martes, 30 de enero de 2007

LOS MUSEOS DE HELIÓPOLIS

Dejé morir tres horas visitando un par de museos, el domingo por la mañana. Lo bueno de dedicarse al arte pasivo en agosto es que no te agobian las muchedumbres y puedes hacer compatibles la contemplación y la reflexión en un entorno fresquito.

Hace tiempo que no voy al Ivam. Los museos de Heliópolis han experimentado un cambio a peor, en general, desde que las personas que los dirigen son designadas por los conservadores que gobiernan desde hace mas de un decenio.

Es solo una opinión personal, apoyada, sobre todo, en la visible mala gestión del San Pío V, la regresión que sufrió el Ivam con la marcha de los gestores que dieron a esa institución un prestigio internacional, insólito por estos pagos en materia de arte moderno, y el cambio de los contenidos que se ofrecen en el Centro del Carmen, antes una extensión del arte que se exponía en el Museo de Arte Contemporáneo y ahora, por lo que he visto hoy, un bastión del arte figurativo. Ya se sabe que los valores de las gentes de orden miran mas al pasado que al futuro y su lema favorito es aquello de Lampedusa, Es necesario que algo cambie, para que todo siga igual

A pesar de esa tendencia general, en el Ivam se pueden ver hoy tres exposiciones interesantes.

Elizabeth Murray, una señora de Chicago que ha colgado sus creaciones en el Moma de N.Y., ofrece el resultado de sus influencias surrealistas, coloristas y comiqueras, que se materializan en piezas de gran formato, con estructura de puzzle, pintadas sobre lienzos montados en maderas de formas torturadas. Original, colorista, rica en texturas y formas es una gozada pasearse entre tanto talento creativo que ha conservado la frescura de las experiencias infantiles de una niña que, sin duda, se pasaba todo el rato entre cómics y puzzles, y ha sabido hacer de esa diversión temprana un modo de vida.

No siempre hizo eso. Al entrar en la sala hay una muestra de sus cuadros dedicados a la abstracción geométrica. Quizás conoció la obra de Eusebio Sempere, y se dio cuenta de que por ahí no iba a ninguna parte. Encontrar un camino de expresión personal en el arte no es fácil. Es una condición esencial, no la única, para permanecer en el oficio.

Hay que superar etapas e influencias y pocos lo consiguen. Elizabeth si, creo yo.

Los del Equipo Crónica, metidos a deconstructores del Guernica, cuelgan su media docena de obras de aquella serie en otra sala, con una plástica muy efectista, también con influencias del cómic, procedentes del arte pop americano, como en el Intruso, ese cuadro en el que aparece el Guerrero del Antifaz dando mandobles en el centro del cuadro de Picasso, pero es La visita, en el que aparecen unos tipos con aire autoritario entrando en la sala donde se expone al cuadro, el que proyecta mayor carga crítica, aunque para mí, es una opinión, el dramático patetismo de Después de la batalla, un horizonte vacío donde aparecen miembros dispersos en el campo deshabitado, emociona más.

Recuerdo el título de un libro que me recomendó algún profesor, al iniciar mi paso por la facultad de económicas, El poder de la Banca en España, que ahora viene a cuento, porque la tercera exposición visitada en el Ivam se llama, justamente, Arte español del siglo XX en la colección BBVA.

En esa colección están todos. Domínguez, Tapies, López, Millares, Miró, Chillida, Valdés, Mateo, Arroyo, Alfaro, Barceló, Broto, Gordillo, Teixidor, Quejido y los demás. En fin. Todos.

Se diría que, así como los actores de posguerra necesitaban el carné del Sindicato del Espectáculo para poder trabajar, los artistas plásticos contemporáneos españoles debían disponer de algún lienzo en cuyo reverso apareciera el sello de un banco para que se reconociera su existencia.

La Banca, como la Iglesia, no gusta de depositar todos los huevos en la misma cesta.

Así como la Iglesia tenía un pié en el nacional catolicismo y cuando convino puso otro en Comisiones Obreras, el consejo de administración de la entidad financiera que agrupa a los ricos vascos, entre otros, no quiso dejar ninguna tendencia del arte emergente fuera de su alcance, porque así tenía la seguridad de que cualquiera que fuera la que prevaleciera en el tiempo, estaría en su poder.

O tal vez actuó como esos espabilados galeristas. Cuelgue usted sus cuadros en mis vestíbulos, pero yo me quedo con uno, gratis.

A Barceló, la verdad, no lo reconocí. A Miró y Tapies, como a Chillida, Antonio López y Manolo Valdés, tan divulgados ya, se les veía enseguida.

Impresionante, la cantidad y calidad de arte moderno atesorado por esos tipos con manguitos y visera que hicieron populares las películas de género americanas.

Cuando acabé de patear el Ivam, me perdí por las callejas estrechas y sombreadas de sus proximidades, hasta llegar al Centro del Carmen. No lo reconocí. Empezando por el nombre. Ahora se llama Museo de Bellas Artes y está lleno de pintura figurativa, mas bien antigua, por no decir, en algún caso, caduca.

En todo caso, se exhibía el legado Goerlich-Miquel, interesante en si mismo, como toda colección privada, por la información que da sobre los gustos de los propietarios que han optado por el mecenazgo.

En este caso, se trata de un conjunto antológico de obras de pintores valencianos, por lo que cuando te acercas a las obras para leer el nombre de sus autores, te percatas de que todo el callejero de la ciudad está allí. Estos señores no dejaron nada por recolectar, aunque el catálogo explica que la obra mas numerosa es de los hermanos Domingo, por su parentesco directo con los mecenas. Retratos, costumbrismo, bodegones, lo mas machacado de lo de siempre, junto a algo de pintura religiosa. Se nota la influencia impresionista de los que pasaron por París para ponerse al día. Sin menospreciar la calidad técnica de mucho de lo expuesto, no parece que esta cuantiosa obra haya aportado demasiado a la historia del arte. Seguramente, tampoco lo pretendía.

Sí deja constancia de que el nuestro es un país de pintores, mas que de físicos cuánticos. Es solo una opinión. En fin.

Lohengrin. 08/06

ELOGIO DEL MARGEN

Quienes tenemos conciencia de nuestra propia fragilidad y de la dificultad del equilibrio entre el impulso autodestructivo y el instinto de supervivencia que marca nuestras vidas, tendemos a buscar un lugar en el mundo donde instalarnos, que suele ser distinto y estar distante del que elige la mayoría.

Con independencia de que esa sensación de inestabilidad y fragilidad tenga causas objetivas o resulte ser una percepción subjetiva, lo cierto es que esa pulsión se convierte en determinante al elegir la solución al conflicto entre la persona y la situación de la que hablaba Castilla del Pino, y que no es otra que la de aprender a situarse, concebir o encontrar un lugar en el que sentirse relativamente bien, en el que tus limitaciones y carencias, y tus capacidades, se expresen en una suerte de equilibrio duradero.

En ese proceso, a veces tan dilatado como la propia vida, después de muchos intentos fallidos, he encontrado que para mi la solución está en el margen.

No hablo de marginalidad en el sentido de pertenencia a unas minorías sociales excluidas y olvidadas, tan desarraigadas de la sociedad que carecen de casa, de familia, de ingresos suficientes para una vida con un mínimo de dignidad, sino de situarse en el margen del sistema sin excluirse del todo de el.

Hablo, en realidad, de un territorio que tiene algo de oportunista, si, pero en términos ecológicos. Hablo de esos nichos que habitan algunas especies raras, porque la combinación del entorno, la disponibilidad de alimentos y la ausencia de competencia de otras especies, ofrece un balance vital favorable para la particularidad de su biología.

Los bipolares, como yo, están obligados a encontrar ese lugar en el margen, para ensayar su propia supervivencia. Con los años he comprendido que no se puede vivir fuera del sistema. Desde ese lugar de privilegio, fronterizo, a un metro de los límites exteriores del sistema social, contemplo con amable escepticismo las evoluciones, los saltos y cabriolas que se ven obligados a dar, con el estímulo del látigo, aquellos que van en la otra dirección, la de acercarse al centro del sistema, o subir por el palo resbaladizo en cuyo extremo superior alguien ha atado a una gallina sin desplumar para premiar al mas hábil.

Soy consciente de que puedo ejercer esa contemplación porque, gracias a la existencia de ese mismo sistema, al llegar a una cierta altura en la vida, puedo poner una gallina como esa a cocer, sin necesidad de subirme al palo, y eso no me perturba lo mas mínimo, pues, a lo largo de cuarenta años de vida activa, he contribuido con mi esfuerzo, como casi todos, a acumular los recursos del sistema, de los que una parte ínfima me permite sobrevivir ahora, en el margen.

Hago un elogio del margen, porque, al habitarlo, permite una distancia considerable al observar la realidad. Porque, desde la renuncia a ciertos estándares de progreso material, se puede cultivar, con un sentido mas cuidadoso, el progreso personal, y ese progreso induce un crecimiento geométrico de la capacidad de observación, de análisis, mantiene fresco el sentido crítico, incluido el de uno mismo, te acerca a las claves que mueven, para bien o para mal, el mundo, acentúa tu percepción de la belleza, mejora tus capacidades de expresión del lenguaje, tu comprensión, también, del lenguaje de los otros, y todo, por el ridículo precio de quinientos euros mensuales, que es la parte de mi renta personal a la que renuncié para ocupar este nicho ecológico, del que lo único malo es que deberé abandonarlo, contra mi voluntad, algún día.

No es fácil encontrar un lugar en el mundo donde vivir con una cierta tranquilidad del espíritu. A mis sesenta y un años lo encontré. Llevo dos años habitándolo. Se llama jubilación anticipada.

He leído que también nos quieren quitar eso. La codicia de los ricos es insaciable.

Lohengrin. 11/06

lunes, 29 de enero de 2007

DESPUES DE LA COSECHA

I

Rojos ingrávidos, aéreos /la belleza etérea/ de un sábado sin viento/ emerge del tiempo deshabitado.

Anárquica, surge/ la sangre escarlata/ de héroes anónimos/ entre estáticos sarmientos.

Entro en la viña/ desierta/ al otro lado del espejo.

Conversación visual/ solo para mis ojos/ incrédulos de la belleza del otoño/ inútil en el campo desolado.

Cuatro cuartetas/ tan inútiles/ sin sentido/ como el rojo otoñal del otro lado.

Encontrarles un sentido?/ Si algo es inútil/ sin sentido/ es que hemos encontrado la belleza.

II

Cuando todos se han ido/ cargados con los frutos/ precio de su sudor Mientras convierten/ en moneda/ sus afanes

Llega el poeta/ recoge su cosecha/ de palabras

Inútiles y sin sentido/ para quienes plantaron/ esa belleza efímera que exaspera/ el declinante otoño.

Inútil y sin sentido/ así es la belleza/ imposible sin la cosecha/ que deja la planta exhausta.

El esplendor de otoño/ es el cansancio/ cuando la vid, hastiada de ser útil/ se transmuta en belleza/ inútil/ sin sentido.

Lohengrin. Novbre. 2006 (Estenas)

FERLOSIO

Leo en El País una síntesis del discurso escrito por Ferlosio, en ocasión del premio Cervantes que le ha sido concedido, en el que profundiza sobre los conceptos de Carácter y Destino. Como es un tema que me interesa, hago la síntesis de la síntesis, antes de introducir mi opinión.

“De un lado, el carácter(...) no necesita explicarse (...) Y, de otro lado, el destino es (...) la acción con sentido, la proyección de intenciones y designios, los trabajos racionalmente dirigidos al logro de los fines.” O sea, el proyecto, que dirían algunos.

“El que tiene carácter tiene también una experiencia que siempre vuelve” (Benjamin/Nietzsche), de donde se sigue que “quien tiene carácter no tiene destino”.

“Las cosas huelgan sueltas, desligadas las unas de las otras, yacen desperdigadas sin que nadie las tenga sometidas a control”, a la manera en que aparecen las cosas en el “orden del carácter”..(...) En el orden del destino, en cambio, las cosas no huelgan sueltas porque rige el principio burocrático de “un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio”. En el orden del destino la felicidad no tiene sitio (Hegel).

Hasta aquí las citas, ahora las opiniones. Leí El Jarama --la novela de Ferlosio---hace muchos años y mi memoria solo me devuelve unos vagos paseos en bicicleta por sus riberas. En cuanto a los ensayos, Ferlosio se ha prodigado en ellos en la prensa. Confieso que me resultaba muy difícil seguirle. El problema de quienes piensan mucho y escriben para formularse continuamente preguntas, es que escriben como piensan, con la misma complejidad, y las limitaciones de quienes les leemos hacen muy difícil alcanzar su pensamiento. En esta ocasión, me pilla mas viejo y menos ignorante --espero-- y eso me permite identificar la noción de carácter con la de temperamento, y la de destino --que tiene otras connotaciones-- con la de proyecto.

Desde muy joven me ha intrigado la cuestión de la plasticidad del ser humano --su capacidad de cambiarse a si mismo, de superar sus limitaciones mas permanentes--porque yo deseaba saber que parte de la naturaleza humana es inmodificable, por pertenecer al dominio de lo permanente, es decir, al carácter, al temperamento, y cual podía ser susceptible de modificar. Si se puede decir así, cuales eran los factores dinámicos de la personalidad, de algún modo implicados en la noción de proyecto o destino.

Ahora veo que otros mas sabios observan una dicotomía excluyente entre carácter y proyecto. “quien tiene carácter no tiene destino”, lo que equivale a decir que el valor matemático de la variable de plasticidad que yo tan intensamente he deseado conocer, es cero.

A estas alturas, ya he aprendido a no tomar al pie de la letra lo que leo, sin una reflexión propia. También a apreciar el valor del contexto y los condicionantes metodológicos de ciertas afirmaciones. Eso me permite elaborar interpretaciones más matizadas que la cruda repetición de los argumentos leídos.

Entiendo que una interpretación razonable del argumento “quien tiene carácter no tiene destino” puede ser que cuando se nace con unos caracteres temperamentales fuertes, esa energía permanente tenderá a prevalecer sobre los avatares que acompañan toda experiencia vital, y aparecerá, de modo recurrente, marcando con su presencia activa las consecuencias para el sujeto de los sucesos derivados del entorno, que influirán relativamente menos en la deriva del sujeto.

Conviene precisar que yo empleo el término plasticidad en un sentido positivo, es decir, la capacidad del ser humano para mejorar sus condiciones de partida, lo que implica una noción de carácter, o de falta de carácter, si bien permanente, interpretada como una limitación a superar.

La afirmación de Nietzsche sobre el destino puede interpretarse en el sentido de que quien tiene un carácter marcado, fuerte, puede liberarse de la fatalidad (el destino), pero si asociamos el concepto de destino al de proyecto, entonces los fuertes de carácter parecen ser incompatibles con la realización de un proyecto vital que se aleje de sus propias condiciones caracterológicas permanentes. Su plasticidad podría no ser cero, pero se acercaría a esa magnitud.

Una vez me preguntó un médico amigo por mi proyecto vital, por mi particular concepción de mi destino personal. Contesté, ¿proyecto?, ¿qué proyecto?

No había leído a Ferlosio pero ya entonces tenía claro, sin saberlo, que, en el orden del destino, la felicidad no tiene sitio.

Sin ser consciente de ello, yo era ya entonces un ferviente partidario de la teoría del carácter que, a poco que busquemos en viejos papeles, encontraremos que tiene una antigua vinculación con el Carpe diem. Disfruta el día.

Lohengrin. 04/2005

JARDINES DE MALLORCA

Con cuatro elementos, limoneros, cipreses, agua y columnas, los mallorquines han construido unos jardines en el interior de sus casas palaciegas que son la quinta esencia de la cultura clásica mediterránea. La austeridad claustral de su alma payesa flota en el aire de esos lugares recónditos, junto al aroma de los cítricos, el rumor califal del agua, la espiritualidad de las sombras y la disposición canónica de su mínima arquitectura.

Junto a esos valores, digamos intangibles, se percibe una manifestación de la insularidad de sus constructores. Un pragmatismo orientado al aprovechamiento de los recursos escasos, macerado por el paso de los siglos, que les ha conducido por la vía de la economía de medios a este resultado de un minimalismo clásico.

Es asombrosa la sensación de equilibrio que emana de estos espacios íntimos, ocultos y a la vez accesibles, como el de la fundación Sa´Nostra, o el de los baños árabes, donde los árboles son poco numerosos, pero cada uno es de una especie diferente, como las columnas discretamente diseminadas entre la fronda, alguna con formas helicoidales de doble dirección, otras dóricas o jónicas, y toda esa variedad, sin embargo, no impide, sino que emana una sensación de unidad, acentuada por la luz y los sonidos de un espacio reservado a la contemplación, la reflexión, el sosiego.

Hay otros jardines. Pétreos. Como el de la Fundación March, junto a la Catedral. En el espacio babilónico, por lo elevado, de su terraza, están los vacíos escultóricos rodeados de volumen de Moore, las geometrías de Sempere, los hierros de Berrocal y las formas de Chillida, y en los bajos de la sala, lo mas opuesto a esas formas estilizadas y limpias, el barroquismo abigarrado de los belenes napolitanos. Entre esos dos extremos, están los salones de la casa de los March, los contrabandistas mas famosos y respetables de la isla, reconvertidos en banqueros con oficinas abiertas en cada rincón insular, ya sea rural o urbano. Es sabido que los March financiaron la sublevación franquista, pero es menos conocido --yo lo se de fuente directa, familiar-- que al mismo tiempo usaban cheques en blanco para atraerse al lado republicano, por si la aventura militar fallaba.

En la bóveda de la escalera que conduce a los salones, el propio Juan March se hizo representar en una figura de apariencia clásica, con un libro de cuentas en las manos, junto a las tres virtudes, y se puede suponer que todo ese aparato plástico, algo intimidatorio, tal vez tenía la función de recordar a los que por allí pasaban que quien anotaba en ese libro las virtudes y defectos de las almas sencillas que se le acercaban, era el mismo que tenía el poder de conceder o no un crédito a quien lo necesitaba.

En ese mismo lugar, se puede contemplar una extensa obra plástica de Dalí, incluido El Sueño del Alquimista, que es una prueba evidente de la cabeza tan complicada que tenía el de Cadaqués, incapaz de expresar la sencillez en sus dibujos.

Hay otros jardineros en Mallorca, que en lugar de dedicarse al cultivo de los cítricos o del arte, han preferido abandonar la horticultura para dedicarse al pastoreo y ahora gobiernan los rebaños de turistas alemanes que el aeropuerto de Son San Juan vomita sin cesar desde sus puertas de salida, y que en esta época del año vienen cargados con sus bicicletas para pasear por los tortuosos y empinados caminos rurales de la isla.

Lo del turismo no tiene remedio. Si somos veinte mil, no pasa nada. A partir de los dos millones, nos convertimos en hordas depredadoras que lo arrasan todo.

Mallorca, sin embargo, conserva unos barrios históricos que he visitado tres días consecutivos, sin salir de mi asombro. En ningún lugar, ni siquiera en Cáceres, --aunque allí alcanzan una magnificencia fruto del expolio americano-- he visto tantas casas palaciegas. Son tres núcleos algo distantes entre si, a ambos lados de las ramblas, desde los aledaños de la Plaza Mayor hasta el barrio portuario. Un gran número de calles estrechas, flanqueadas por casas señoriales. Solo la calle del Temple, contiene una concentración enorme de estos edificios, y en su conjunto, estos barrios acogen un número tan grande de palacios, que superan holgadamente la arquitectura palaciega de ciudades teóricamente mas importantes, como el Barrio Gótico de Barcelona, o el Centro Histórico valenciano.

No he visto muchos blasones. Algún palacio renacentista, donde los canteros se divirtieron de lo lindo dando suelta a la procacidad de las figuras que enmarcan las ventanas. Pero, en general, en las fachadas están ausentes los símbolos eráldicos de la aristocracia mallorquina. Se puede suponer, pues, que estas fueron las casas de burgueses enriquecidos.?. La pregunta es, ¿Como pudieron enriquecerse hasta el punto de dejar un testimonio arquitectónico tan extenso de su riqueza? He preguntado por ahí, pero no se si las fuentes son fiables. Las respuestas varían. Así como los nobles valencianos construían sus palacios en Madrid, para estar cerca de la Corte, aquí la gente gustaba de afianzar sus raíces. O bien, casi todo lo que hay ha sido reconstruido. Incluso hay una inmobiliaria que se llama Casas Históricas. Esas respuestas, no explican, sin embargo, ¿Como pudieron enriquecerse...? ¿Eran todos corsarios? ¿El contrabando?

En fin. En ausencia de respuestas fiables, uno solo puede constatar que ha necesitado tres días, dedicando cinco horas cada día, para visitar a pié, la que sin duda es la mayor concentración de edificios históricos que existe hoy en este país.

Hay, además, otros jardines. Si tomas el tren de Sóller, después de superar una maraña de túneles --una docena, mas o menos-- que horadan la sierra de Tramontana, descubres el Valle de Sóller, que es un continuo de huertos frutales, naranjos y limoneros, rodeados de una fronda verde, y otros verdes, una armonía inacabable de verdes, desde cuyo cogollo se ve azulear el mar al fondo.

Es una delicia, algo incómoda, viajar durante una hora en un ferrocarril decimonónico, con vagones de madera, por el tajo hecho por los ingenieros del ferrocarril en esta naturaleza que permaneció tantos siglos oculta, solo accesible por mar, hasta que algún visionario se atrevió a proponer a sus vecinos la opción por la apertura y el cambio, en lugar del aislamiento secular, y acuchillaron las tripas de la sierra para poner a Sóller a una hora de Mallorca. Me hubiera gustado presenciar los debates entre los aislacionistas y los partidarios del cambio y la apertura, aunque , al tratarse de un asunto de dinero, podemos reconocer como terminó la discusión. Ganó el dinero. Perdieron los que trataron de preservar el modo de vida tradicional.

Estos han sido los jardines de Mallorca que he visitado. Tal como lo he visto, lo he contado. De los turistas alemanes no voy a hablar. No es el lugar. Tal vez, si alguna vez escribo algún tratado antropológico, pues eso.

Lohengrin. 04/2006

OTOÑO06

No podía dormir. Entré en la viña púrpura y dorada. El sol deslumbrante, al declinar la tarde, me convirtió en madera. De mis secos sarmientos brotó una infinita variedad de rojos, mecidos por el viento de poniente.
Madera soy, vieja, resquebrajada. El esplendor de otoño me otorga un tegumento de colorido fugaz y decadente. En mi interior crujen los huecos, habitados por termitas. Esa demolición es silenciosa.
No perturba la fiesta visual de la resplandeciente tarde. La vida es azul, roja y dorada, en la tarde de Estenas. El aire es un regalo. El sol, un enigma que no es preciso descifrar para percibir su calor en la piel.
Pronto, la noche cobrará su cincuenta por ciento de negrura. Amanecerá de nuevo: el regalo visual de cada día.
"La noche solo se cobra su mitad. No renuncies al resto. Vive"
Eso me dijo el viejo leñador, cuando aún era tiempo. Ahora, nada me dice, ya soy solo madera. Lo veo en la lejanía. Viene hacia mi con su hacha. Su figura se recorta contra el sol declinante. Ruge el viento del oeste.
Es lo que vi al otro lado del espejo.
Lohengrin. 11/06

sábado, 20 de enero de 2007

¿QUIÉN MATÓ AL RECTOR PESET?

La muerte de Lorca ha sido investigada exhaustivamente y se sabe quien la instigó y quién la materializó, aunque hay dudas de donde se encuentran exactamente sus restos.

Al parecer, fue un asunto de familia. Lorca odiaba a una parte de su familia y era odiado por ella. Eligió unas opciones de vida que no podían ser mas opuestas a su extracción familiar, y ya se sabe que tendemos a rechazar lo que no se ajusta a nuestras expectativas.

Del Rector Peset, sabemos que lo mandó matar un consejo de guerra de los sublevados contra la legalidad republicana, pero ese crimen no ha sido investigado con la misma minuciosidad. Es la guerra, en términos históricos, un asunto de familia?

En la época pre revolucionaria de las monarquías absolutistas, los monarcas estaban emparentados y se repartían Europa. Unas veces eran aliados y otras se hacían la guerra, --siempre que encontraran a un banquero que pagara-- porque un primo segundo les había servido el té frío en el último encuentro familiar.

Son incontables los millones de muertos habidos por esas disputas de familias poderosas, porque para causar esos estropicios no basta con ser parte de una familia, además se requiere que esa familia tenga poder, político y militar. Es ese binomio, familia y poder, resistente al paso de los siglos, el que vuelve a estar presente en las nuevas guerras de ahora mismo --si es que alguna vez ha dejado de estarlo.

La inseguridad y el desequilibrio actual en la relativa paz mundial, siempre precaria, incompleta, en cualquier época histórica, parece tener su origen, de nuevo, en las disputas familiares, como en la época absolutista.

Las familias Bush y Bin Laden eran socios en los mismos negocios. No sabemos quien le sirvió el té frío a quien, aunque podemos suponerlo, pero están a la vista de todos los resultados de esa disputa.

La pareja es la mínima expresión de la familia, pero en este ámbito íntimo también hay víctimas. Solo hay que leer a Rosa Montero, Historias de Mujeres, para constatarlo.

Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí eran pareja, pero el premiado con el Nóbel estaba loco de atar, --si no he entendido mal a Rosa-- y le hizo la vida imposible a su pareja. Por citar un ejemplo.

Ya los griegos escenificaron en sus tragedias la complejidad de las relaciones familiares que todavía podemos ver representadas en nuestros días, Edipo, Electra, y los demás, y debería ser motivo de reflexión su universalidad y actualidad.

Pero las mayores atrocidades están vinculadas no solo a la familia, sino al poder, como dejó claro W.Shakespeare, en su Mackbeth.

Familia y poder. Mi viejo Espasa pre constitucional es muy revelador de lo que pensaban sus sesudos redactores sobre esas dos realidades sociales, antes de la instauración de la monarquía parlamentaria, anteayer, como quien dice.

La familia era entonces, según ellos, un Grupo de personas emparentadas entre si que viven juntas bajo la autoridad de una de ellas, mientras que el poder era el Dominio, imperio, facultad o jurisdicción que uno tiene para mandar o ejecutar una cosa.

Si buscamos ahora la entrada Autoridad en esa misma fuente, el vínculo entre familia y poder es transparente Poder que tiene una persona sobre otra que le está subordinada. De manera que, para aquellas mentes pensantes pre democráticas, familia y poder aparecían fundidos en la misma definición. Tal vez pensaban que el poder refuerza al grupo familiar que lo ejerce, y que el grupo familiar es a su vez una fuente de poder.

Desde que Freud divulgó sus teorías psicoanalíticas, muchos artistas y dramaturgos expresaron, --sin tener en cuenta que Freud basaba sus escritos en experiencias clínicas de conductas patológicas-- la idea de que la familia era el origen de todos los males sociales, estereotipo que todavía perdura, aunque hoy los tipos de familia son múltiples y variados. Parecía que la disolución del núcleo familiar tal como se conocía entonces mejoraría la calidad humana individual. Pero el individuo también es una familia. Es la familia de si mismo y aunque su unicidad le libra de las, a veces, enfermizas y perversas relaciones familiares, no le libra de si mismo.

Todas estas definiciones parecen estar felizmente superadas. Ahora tenemos instituciones democráticas, pero hay demasiada gente que hace uso de las instituciones en su propio provecho, para aumentar su poder, o el de su familia, que siguen confundidos, en lugar de ponerse al servicio de quienes les pagan para que estén temporalmente en esas instituciones, al servicio del país.

También hay demasiados grupos familiares en los que alguien ejerce su poder a costa de otros. En mi opinión, el problema no son los agrupamientos familiares, que son necesarios, porque somos gregarios, sino las relaciones de poder que se establecen a costa de otros.

Que hacer? Yo estoy pensando en emigrar. Pero, ¿adonde?

Millás lo tiene claro. No se trata de una emigración territorial. Hay que salir de uno mismo, en busca del otro. Ese otro que sea capaz de mirar con piedad y conmiseración sus propias miserias, y esforzarse para no convertir esas debilidades en instrumento de dominio de nadie. Bastaría con eso. Es complicado, porque implica, nada menos, la disolución de las relaciones de poder.

P.S. Ayer, 28 de agosto, fuimos al cine con unos amigos. Vimos una extraña película de Medem, Caótica Ana, dedicada a su hermana, en la que la muerte está muy presente. Al salir, mi amigo me dijo que el fallecimiento de Emma Penella le había revelado, a través de lo mucho que se ha publicado en la prensa escrita sobre la actriz, algo que el ignoraba. El papel del padre de Emma en la muerte de García Lorca. Al comentarle la existencia de esta página del blog, me reveló, para mi sorpresa, algo que yo ignoraba sobre la muerte del Rector Peset. Mi amigo no tenía dudas, de fuente directa, familiar, de que los procesos judiciales que sufrió el Rector, --del primero salió absuelto, el segundo resultó letal-- se debieron a las reiteradas y envenenadas denuncias de su colega, el Dr. Marco Merenciano, quien tiene una calle en Heliópolis, donde está uno de los mas emblemáticos --se dice así?-- prostíbulos de lujo de la ciudad.

Ahora ya sabemos, los dos, quienes indujeron la muerte de García Lorca y del Rector Peset, lo que no añade ni quita nada a lo que ya es historia consolidada, solo alivia un poco nuestra ignorancia. Me ha parecido oportuno hacer esta aclaración, obligado en cierta manera por el título de la página. No siempre, cuando lanzamos una pregunta al aire, sin conocer la respuesta, el azar nos la ofrece cuando menos lo esperamos.

Lohengrin. 10/06/28-08-07.

miércoles, 17 de enero de 2007

LAS RECETAS DE ENCARNA

Las Recetas de Encarna.- Un libro de cocina clásica, que aspira a convertirse en un clásico de la cocina. Ciento treinta recetas que proceden del master de cocina que hizo Encarna, a las que se añaden una breve introducción, y un apéndice con recetas de manos amigas, platos rápidos, trucos y notas de cocina, notas sobre nutrición, propiedades de hierbas y plantas medicinales, y referencias bibliográficas, además de alguna aportación familiar. Las recetas están explicadas con claridad y concisión. 159 páginas. Sin ilustraciones.REF.LOHENGRIN/RE

martes, 16 de enero de 2007

UTOPIAS

En 1.976, muerto Franco, yo tenía veintitrés años, estaba casado y tenía una hija de pocos meses. Poco tiempo después, al convocarse las primeras elecciones libres y democráticas en este país castigado durante siglos, --con un par de breves paréntesis de gobierno liberal y republicano-- por el absolutismo, los espadones militaristas, los tenebrismos nacional católicos y las oligarquías que los sustentaban y se sustentaban en esos instrumentos para mantener a toda costa sus privilegios, mi mujer y yo corríamos alegremente por las calles para acudir a los mítines de los flamantes nuevos políticos democráticos, que venían a explicarnos como querían cambiar el país.
Del tiempo que pasamos por aquí, tal vez las mejores etapas sean las de la infancia, la adolescencia y la primera juventud. A pesar de que a nosotros nos tocó vivirlas en un entorno gris, autoritario y oscuro, la fuerza biológica de nuestra juventud se impuso a ese entorno decadente. Nos sentíamos felices, porque éramos jóvenes.
Yo conocía la utopía libertaria por una especie de herencia familiar, --mi abuelo fue compañero del Noi del Sucre, y su hijo un luchador anarco-sindicalista, que siguió resistiendo después del desastre de 1.939, en el interior, hasta 1.943, en que fue detenido y confinado en prisión durante once años. Otros tuvieron peor suerte.
A pesar de que los libertarios desconfían de la democracia parlamentaria y, en su mayoría, no votan, yo era, en realidad, --como me definió acertadamente un compañero de CGT en la época que estuve afiliado-- un simpatizante activo, mas que un militante. Seducido por la Utopía socialdemócrata, después de escuchar la arenga de Felipe González subido en un bidón en plena calle, le di mi voto a esa utopía parlamentaria, que no ganó en esas elecciones, pero lo hizo cuatro años mas tarde.
El problema de las utopías, de cualquier utopía, es que, cuando sus defensores intentan transformarla en realidad, no sale gratis. Si bien en las primeras legislaturas de gobierno de los socialdemócratas, el país vivió una transformación democrática espectacular, al final de ese mandato, los escándalos, las corruptelas y la práctica del terrorismo de Estado marcaron el final de esa utopía, y el precio de esas prácticas indeseables y antidemocráticas aun lo estamos pagando en mi pueblo, quince años después, a pesar de que los gobiernos locales y autonómicos socialdemócratas no se habían contaminado con esas prácticas. La habilidad en el uso de la máquina de propaganda de la derecha permitió que el electorado de aquí percibiera como una práctica generalizada lo que no era imputable en absoluto a las fuerzas políticas autóctonas. Y aúnestán viviendo de aquellas rentas. El sentimiento antisocialista que generó aquella legislatura negra todavía es perceptible en muchos ciudadanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad.
La legislatura actual de los gobiernos de derechas, en mi pueblo, se parece bastante, por su carácter agónico, a la socialista de los noventa. Los casos de corrupción acosan a la derecha, --aunque no solo a la derecha-- casi cada día, ahora que los fiscales tienen medios para hacerlo y no va a ser fácil que cuele el repetido discurso de que la corrupción solo es imputable a los gobiernos socialistas. Los intereses de la derecha están entrando a saco en el presupuesto autonómico y municipal, y la falta de sensibilidad hacia los ciudadanos se hace evidente en asuntos como la seguridad del transporte público y las políticas sociales.
Es posible que, en mi pueblo, gane de nuevo la socialdemocracia, pero no volverá a ganar la utopía, porque hemos perdido la inocencia.
De todas las utopías que conocí, la que menos me defraudó fue la libertaria. Todavía como, de vez en cuando, con mis amigos libertarios, y se de los proyectos solidarios que tienen entre manos, y de sus actitudes, que han cambiado poco desde los tiempos de la transición, sin que ningún desencanto haya logrado desengancharles.
Vicente Verdú, con su estilo frío, minucioso y preciso, describe la nueva utopía a la que están apuntados los ciudadanos en el siglo XXI: Diez millones de afiliados, noventa y cinco mil personas a sus órdenes, veintiséis mil proveedores y quince mil millones de Euros de facturación. El Corte Inglés, claro.
Puesto que ya no quedan utopías que nos prometan mejorar el mundo, solo nos queda usar el coche lo imprescindible, apagar luces para ahorrar energía, y administrar cuidadosamente nuestro voto, para cederlo a aquellos programas de gobierno que reservan mas espacio creíble a las cuestiones medioambientales. Si ya no creemos que sea posible mejorar el mundo, orientemos nuestro esfuerzo democrático, al menos, a no destruirlo.
Lohengrin. 12/06

PALM BEACH

No entiendo Benidorm. Feísmo arquitectónico. Hormigoneras y excavadoras devorando la montaña. Una torre de treinta plantas escindida por la mitad, comunicada por ocho pasarelas que le dan al vacío central un aire de cortafuegos. Bloques de apartamentos con aspecto de gallineros, con la ropa tendida colgando de sus terrazas.
Una fauna interesante, muy jerarquizada, habita este caos urbanístico. Primero, los grandes depredadores: financieros, constructores y hoteleros. No están aquí. Dirigen sus negocios desde la planta treinta y cinco, en algún edificio madrileño de la Castellana. Sus apoderados, delegados y ojeadores otean desde las azoteas de este remedo de Las Vegas a los rebaños de primos que pasean, indolentes, por las playas. Esos representantes de los dueños del dinero se estrujan las meninges por cuenta ajena para alcanzar el bolsillo de cada cliente potencial que avizoran y extraer una modesta cantidad individual que, gracias al benéfico efecto de la suma, les permitirá salvar la temporada de invierno y conservar su empleo.
Esta potente ciudad de negocios ha conseguido lo que parecía imposible, vencer la estacionalidad y hacer de este lugar que no consigo entender un paraíso de invierno para el turismo popular, a unos precios asequibles, que se derivan del exceso de oferta y de la necesidad de mantener un nivel suficiente de ocupación que permita seguir abiertos a los establecimientos hoteleros.
Gracias a esa agresiva política de precios practicada por algunos hoteleros de aquí, mi modesta economía puede financiar cuatro días de estancia en uno de los mejores hoteles de la costa, el Palm Beach, que dispone, entre otros servicios, de una enorme limusina a la puerta, dos piscinas, una climatizada y otra abierta, gimnasio, salones, un espectacular hall, discoteca, cocina correcta, animación nocturna y traslados gratuitos hasta la playa, por diecinueve con ochenta euros diarios.
Por ese precio, puedes desayunar huevos con beicon, café con leche, tostadas y zumo de naranja; comer, entre otras cosas a elegir, ensalada de salmón marinado y rape en salsa, esas maravillosas salsas con las que los cocineros de los grandes hoteles disfrazan sabiamente las materias primas, que son correctas, pero no las mejores. Por la noche, después de tomar una sopa de verduras, filete de cordero con salsa española, fruta fresca y media botella de vino tinto, puedes asistir al baile en el salón, donde un animador te obsequia con una botella de Codorniu brut, solo tras mostrar tus habilidades musicales para reconocer, al escuchar el primer compás, una canción cubana y otra israelí, a condición de que uses tu capacidad para la transacción y el trapicheo negociando, con el huésped de la mesa de al lado, la entrega del tercer ticket para acceder al premio, luego compartido.
Concluida la jornada, puedes dormir en una buen cama, o bien emborracharte por tu cuenta y riesgo en algún pub inglés. Al día siguiente, una ducha de agua caliente y vuelta a empezar. Veinte euros por persona y día. O sea, la democratización del ocio, no?.
Tal vez esto sea la contrapartida al desmadre urbanístico de esta ciudad caótica. Aquí se han hecho grandes fortunas. Vándalos financieros han practicado con total impunidad la depredación del territorio y han masacrado el urbanismo civilizado.
Entre los grandes depredadores y sus apoderados, y los rebaños de primos que pastorean existe en Benidorm una gran variedad de especies intermedias que sobreviven como pueden al invierno. Pícaros, trileros, y buscavidas; --un trilero me pidió doce mil euros por el traspaso de su negocio, incluida la caja de cartón sobre la que burla a los incautos-- bailarines de salón, músicos, taxistas, camareros, agentes inmobiliarios, animadores, monitores, peluqueros, macarras, poetas, artesanos, escultores, mimos y artistas varios.
Además de psicólogos lacanianos especialistas en terapias agresivas contra la desobediencia adolescente y el consumo precoz de drogas.
No entiendo Benidorm, no lo entiendo, pero intuyo que esa fuerza de choque, esa valiente tropa mercenaria que también lo habita, es la que mejor sostiene este lugar de apátridas, donde todos han abrazado la causa de la supervivencia, a través del empleo temporal, o mediante el culto al sol de invierno, último recurso de quienes ya no esperan nada mas de la vida.
La democratización del ocio. El Hotel Palm Beach, Benidorm, la observación de su riqueza faunística y el sol de invierno. Todo por veinte euros.
El periódico del día informa de que la ocupación hotelera en 2.006 ha sido la mas baja en diez años, la construcción frena lentamente y escasea la creación de nuevas empresas. Al fondo del sonido de la guaracha y el merengue, tal vez la sombra de la crisis asoma su incipiente perfil.
Al regreso comimos en Altea. Es otro mundo.
01/2007 Lohengrin.

lunes, 15 de enero de 2007

LIBROS

TITULOS DISPONIBLES
LIBROS TERMINADOS
Dually Brown.- Un niño de Nueva Orleáns llega a presidir una compañía de telefonía móvil en N.Y. En la cumbre de su éxito, es asesinado mientras participa en el desfile del 4 de Julio, día de la independencia en USA.
REF. LOHENGRIN/DB

Marc el desememoriado.- De difícil clasificación genérica, es una mezcla de relatos cortos, novela corta, elementos autobiográficos y microrelatos.
REF.LOHENGRIN/MD

Ariel Pardal.- De contenido similar a MD, trata el problema del doble. Del autor que no desea ser molestado y busca una persona para que lo suplante en su vida pública y que al final se apropia de la actividad literaria del escritor secreto.
REF. LOHENGRIN/AP

El Jardín de Heliópolis.- Un escritor manda diseñar un jardín virtual para dedicarse allí al placer de la contemplación. Mientras habita el jardín, todo es mas o menos lírico. En la última parte del libro, el autor debe enfrentarse a la realidad del mundo de la edición, y la comunicación audiovisual, donde nada es tan idílico.
REF.LOHENGRIN/JH

El Viaje a Praga.- Un tramoyista jubilado viaja a Praga. En el tren se proyecta una película con el mismo título, que cuenta a medias los sucesos de 1.968, la llamada primavera de Praga, un intento histórico de revolución liberal desde dentro del sistema soviético, que fue abortado por los tanques rusos. El hilo conductor pasa por un hombre del Vaticano enviado a Checoslovaquia para prestar ayuda material a los reformistas. Al llegar a Praga, el tramoyista conoce a un testigo personal de los hechos, que le cuenta de nuevo la historia, pero de otra manera. Un intento de narración a tres niveles, demasiado complejo para las escasas habilidades del autor. Aunque para poder juzgar, claro, hay que leerlo.
REF.LOHENGRIN/VP

Las Recetas de Encarna.- Un libro de cocina clásica, que aspira a convertirse en un clásico de la cocina. Ciento treinta recetas que proceden del master de cocina que hizo Encarna, a las que se añaden una breve introducción, y un apéndice con recetas de manos amigas, platos rápidos, trucos y notas de cocina, notas sobre nutrición, propiedades de hierbas y plantas medicinales, y referencias bibliográficas, además de alguna aportación familiar. Las recetas están explicadas con claridad y concisión. 159 páginas. Sin ilustraciones.
REF.LOHENGRIN/RE

LIBROS EN CURSO

Después de Praga.- Un tramoyista jubilado, recién regresado de un viaje a Praga, pasa sus días en un caserón de la calle de Burgueríns, en Ciutat Vella. Por la noche, los fantasmas que habitan su biblioteca, se presentan en sus sueños y, juntos hacen un viaje imaginario en un tren literario que se dirige a un congreso en Nottingham, en el que solo viajan autores muertos y personajes literarios que se reúnen en el tren para los debates y trabajos pre congresuales.

REF.LOHENGRIN/DP

LIBROS COMENZADOS, PERO INACABADOS

El Retablo del Holandés.- En el siglo quince, un pintor holandés es invitado a pintar un retablo para la abadía de un pueblo en el pirineo catalán. Debido a sus costumbres poco respetuosas con la moral religiosa dominante, es perseguido por la inquisición y debe iniciar un peregrinaje para escapar de ese acoso. En su huída, se recluye en un monasterio, en casa de un señor feudal y..............(nunca lo sabremos)

REF.LOHENGRIN/RH

La increíble historia del Arcipreste Gallart (Un Casanova en el Cabañal).- Un grupo de antropólogos, que creen haber encontrado, casualmente, al hacer un trabajo de campo entre los vecinos de los poblados marítimos, características diferenciadas en ciertos grupos de población que remiten a un ancestro común, llegan a identificar a un personaje que vivió allí, el Arcipestre Gallart, del que sospechan está relacionado con esas singularidades, pero al dirigirse al arzobispado en demanda de información, tropiezan con un muro de silencia, y deben abandonar su investigación...(esta historia sin desarrollar, tiene su base en una leyenda urbana que atribuye una gran fogosidad a este personaje que tiene una calle dedicada en ese lugar)
Su conclusión requiere un gran esfuerzo de investigación in situ, que el autor no está capacitado para llevar a buen fin..

REF.LOHENGRIN/AG

BACALAO AL CAVA

Aquel sábado me dirigí al mercado con la intención de comprar lo necesario para preparar un suquet de rape. Después de un par de vueltas alrededor de los puestos para ojear la materia prima, ya vi que el rape estaba a treinta y seis euros, y me decidí por un bacalao fresco de casi dos kilos, cuyo precio era de diez euros el kilo, y que convenientemente partido en gruesas rodajas, me daba para nueve raciones, sin contar el par de carnosas ganyas, o cocotxas, como dicen por el norte.
Es decir, que cada ración me salía por dos euros, aproximadamente. Como no recordaba la receta del suquet, pues hace ya mas de uno año que dejé de frecuentarla, pregunté en el Bar Maravillas a un vendedor de pescado, que me dio la receta de su abuela.
Esas pistas no incluían las almendras para la picada, que yo añadí, pero se me olvidó lo mas elemental, el picante, como me recordó oportunamente mi mujer, después de probarlo.
En fin, con el bacalao en la cesta, un ramo de perejil, medio kilo de mejillones, unas gambas arroceras y unas buenas patatas (ocho cincuenta mas), me metí en la cocina y comencé a reunir los ingredientes que me faltaban y los cacharros que iba a usar, prescindiendo del libro de recetas de cocina mediterránea que, estúpidamente, no consulté, -de ahí el olvido del picante- y me puse a pensar como hacer el suquet.
Seleccioné los ajos, sal, pimienta negra, pimentón de la Vera, corté unas rodajas de pan de dos días para utilizarlo, una vez frito, en la picada y comprobé que disponía de agua mineral, laurel y aceite de oliva.
Saqué del cajón una sartén, una cazuela metálica de borde bajo para seis raciones, y un cazo hondo para hacer los mejillones aparte, al vapor, y usar el jugo para añadirlo al suquet.
Antes de comenzar, separé tres rodajas gruesas de bacalao para usarlas en el guiso, reservé las cocotxas en el frigorífico y puse las otras seis rodajas en el congelador, para usarlas en otra ocasión.
El problema de guisar tres raciones en un cacharro apropiado para seis, es que las medidas de agua y aceite pueden salir mal. Si bien con el aceite tuve cuidado, con el agua la cagué, tal como se encargó de confirmar mi mujer al probar el guiso, ya que puse demasiada y no tuve tiempo de reducirla lo bastante.
La abuela del pescadero siempre empezaba por las patatas, y así lo hice. Pelé y corté en trozos las seis patatas haciéndolas crujir, para que saliera mas fécula, y las puse a cocer en la cazuela con agua mineral, --es mejor con caldo de pescado, pero si no tienes, pues que vas a hacer?-- sal, una hoja de laurel, un poco de pimentón y un chorrito de aceite de oliva.
Mientras se cocían las patatas, hice los mejillones al vapor en el cazo, y los reservé así como el jugo que habían soltado.
En la sartén, sofreí unos ajos, las gambas -que retiré- cuatro rodajas de pan y una docena de almendras, para la picada.
En un mortero, piqué el sofrito, es decir, dos ajos pelados, las almendras, el pan frito, perejil fresco y un poco de aceite -si el del sofrito está algo quemado, es mejor ponerlo limpio. Yo limpié la sartén y calenté un poco mas de aceite con un poco de pimentón, pero se me olvidó el picante.
El asunto del pimentón merece un comentario. Usé un pimentón de la Vera que tenía en casa. Este pimentón es de mayor calidad, pero hay que usarlo con mesura, porque tiene un sabor mucho mas acusado. Si te pasas, la has cagado. Para no pasarte, pones poco, pero entonces no consigues esa coloración en las patatas característica del suquet.
Terminada la picada, le echas un vistazo a las patatas, que estarán, mas o menos, a media cocción. Es el momento de añadir la picada al caldo y también el jugo de los mejillones, para potenciar el sabor.
Ese punto, en el que hay que dejar que sigan cociendo las patatas es el mas peligroso.
Como es un tiempo muerto, puedes hacer dos cosas, aprovechar para fregar los cacharros y dejar la pila como una patena, o escaquearte mientras tomas una cerveza. Si optas por lo segundo y te olvidas de lo primero,. añadirás un nuevo error a los anteriores del exceso de agua, el olvido del picante, y el pimentón inadecuado y todo tu esfuerzo puede terminar en un estrepitoso fracaso, a ojos de tu pareja.
Doce minutos antes de dar el plato por terminado, añadí a la cazuela los mejillones sin cáscara, las gambas fritas y el bacalao en rodajas, y estuve moviendo la cazuela para espesar el caldo.
El Cava. No he dicho nada del cava. Ni se le ocurra añadirlo al guiso. Lo serví a la temperatura correcta en copas flauta, para acompañar la comida. Es el último recurso que me quedaba para hacerme perdonar los errores cometidos.
La calificación que recibí por este trabajo de cocina fue de mejorable. Tenga cuidado con el agua, use preferentemente caldo de pescado, no olvide el picante, ojo al pimentón, pero sobre todo, friegue los cacharros.
Por la noche, mi mujer puso las cocotxas en la plancha, con un poco de verdura, las sirvió con un poco de aceite de oliva crudo, tardó cuatro minutos, y debo reconocer que el resultado fue excelente.
Ellas son seres superiores. Sí. Reconozcámoslo
01/2007 Lohengrin..

EL PORTIXOL

No hay viento que traiga las voces de los griegos antiguos. Pero es el mismo mar, acariciado por la luz, entre dos cabos. En la fabela, sobre las mesas mugrientas, el aroma de los chipirones recuerda las factorías de salazón que pusieron en Díanum los amos del imperio. Las naves romanas llevaban hasta las mesas de los patricios las delicias saladas que deleitaban sus paladares, entrenados en el goce sensorial con la abundancia de los ricos. En las subastas, se pagaban pequeñas fortunas por el salmonete de roca y algún barco hundido por un golpe de mar aún conserva centenares de ánforas, tan bien selladas, que si Tiberio hubiera conseguido la inmortalidad que correspondía a la condición divina que se atribuyó, podría disfrutar ahora de la salsa de pescado que transportaban, mientras contemplaba a los danzarines desde la terraza de su residencia en la isla de Capri.
Toda la cultura clásica mediterránea se concentra en el sabor de los chipirones puestos sin enjuagar en la plancha, que ahora gratifican nuestros paladares mientras tomamos unas cervezas en la terraza del restaurante La Barraca, en el Portixol de Jávea, al que se accede por una estrecha cornisa, sujetándose al muro para no caer al mar.
La luz resbala sobre la superficie marina con un brillo lujoso y el sol tibio acaricia la piel en un día de calma chicha, seguramente idéntico a otro día cualquiera de hace dos milenios. Griegos, romanos y fenicios se bañaron en esta luz y nos dejaron la conciencia del ser mediterráneo en estas ocultas calas que ahora visitamos con el mismo asombro con que ellos las descubrieron, haciendo de ellas la cocina del salazón con el que sazonaban sus costumbres de grandes gozadores de la vida.
El tiempo detenido en el mar inmóvil es como las páginas de un libro de historia de las culturas clásicas y cuando el viento se mueve puedes escuchar, de nuevo, las voces de los actores tras las máscaras trágicas, las risotadas de las bacanales, los pensamientos reflexivos de los filósofos antiguos, el fragor de los carros que llevaban las mercancías procedentes de puertos lejanos, las voces estridentes regateando el precio de los higos en los mercados, hasta que ese eco de las culturas antiguas desaparece sumergido por un golpe de mar y el camarero latino te devuelve a la realidad mas prosaica. -Aquí están los caracoles que han pedido. Que aproveche.
Lohengrin. 12/06

EL HOMBRE DE LA MIRADA PERSUASIVA

Era un hombre declinante. Abandonó sus actividades laborales y profesionales antes de los sesenta y cinco, renunciando a una parte de sus futuros ingresos, porque, aunque escuchaba a quienes le repetían que el tiempo es oro, el tenía la profunda convicción de que el tiempo y el dinero eran cosas distintas.
Abandonó también, junto con su trabajo, el hábito de utilizar su automóvil para ir a cualquier sitio, no importaba lo cerca o lejos que estuviera. Ahora utilizaba el transporte público, pero sobre todo, andaba, reservando el uso del coche para sus desplazamientos fuera de la ciudad. Sorprendido por lo accesibles que eran, a pie, los lugares mas emblemáticos de su vieja ciudad,
comenzó a revisitarlos andando, de modo cotidiano, y esa forma de observarlos con una nueva mirada, mas lenta y detenida, fue como un descubrimiento que le convirtió en un militante de la vida peatonal.
Esa militancia tenía una peculiaridad que se manifestaba, sobre todo, cuando el hombre declinante cruzaba un paso protegido, bien fuera con señalización horizontal, o con semáforos.
El había observado la actitud timorata de otros viandantes, cómo se detenían ante el acoso de ciertos vehículos que cruzaban sin respetar su preferencia y le parecía una conducta inadecuada, que estimulaba los abusos de los conductores. No aprobaba la actitud de quienes, haciendo caso omiso de los sistemas que les protegían, solo cruzaban la calle cuando ningún vehículo se --
aproximaba.
Consecuente con esa actitud, el siempre cruzaba confiado en la señalización que amparaba sus derechos peatonales. Fue así como descubrió esa peculiaridad de su mirada que había permanecido oculta durante su larga etapa de conductor urbano.
Ese descubrimiento se produjo al cruzar, sobre todo, los pasos llamados cebra por el modo en que está pintada la calzada. Muchos conductores tienen el hábito de cruzarlos a velocidad excesiva. No reducen la velocidad al divisar a un peatón, sino que lo esquivan como si fuera un obstáculo, un objeto de esos que se usan para probar las habilidades de los aspirantes a obtener el permiso de conducir.
Ante esas situaciones, nuestro hombre, llevado de su militancia apasionada de peatón irredento, en lugar de achicarse y detenerse, ensayaba una mirada deliberada, potente y persuasiva, directamente enfocada a los ojos del conductor, que producía, siempre, el contundente efecto de detener el vehículo al borde del paso peatonal. Pensaba que su miopía, ese defecto del cristalino,
reforzaba la fijeza de su poder visual y eso aumentaba su confianza, revalidada una vez y otra en las ocasiones sucesivas que el provocaba, animado por la respuesta invariable que siempre obtenía.
Su mujer, mas sensata y prudente, pertenecía a ese grupo de peatones que solo cruzan bajo la protección de las señales si, además, no se aproxima ningún vehículo y, cuando paseaban juntos, se negaba en redondo a practicar lo que le parecía un ejercicio temerario de confianza en la capacidad propia para influir en la conducta ajena, y siempre imponía su sentido de la circulación vial cuando cruzaban un paso protegido.
El ejercicio del poder, de cualquier poder, va acompañado, siempre, de una cierta pérdida del sentido de la realidad. Ese hombre, excesivamente confiado en sus poderes visuales, olvidó que las cosas que se repiten, no lo hacen siempre de la misma manera y que, incluso las mismas personas, reaccionan a veces de un modo diferente ante el mismo estímulo.
Su historia me la contó su mujer. Ahora estoy aquí, intentando recomponer su cuerpo deconstruído, sus huesos fragmentados --soy un artista en esto del adecentamiento de cadáveres, lo digo sin falsa modestia-- y su cabeza se resiste a adoptar una posición anatómica normal. Las vértebras que la sujetaban son ahora un amasijo de esquirlas óseas.
Al hombre declinante le embistió, cuando cruzaba un paso cebra, con su mirada fija en quien conducía el vehículo, un conductor que siempre hacía la misma ruta, al volante de un Volvo enorme.
Al cerrar sus párpados, observé los restos de una mirada potente y persuasiva, con mucha determinación, y una fijeza en sus pupilas que, al desconocer su historia, no percibí que fuera miopía.
Su viuda me lo ha contado todo. -Siempre insistió en defender, con la mirada, su derecho de prioridad al cruzar los pasos protegidos. Le dije que era una temeridad, pero nunca me hizo caso. El era así.
Después abandonó el recinto, un poco encorvada, pero en su mirada había signos de esa alegría por la libertad recuperada que, antes o después, se reconoce en una gran parte de las mujeres viudas. Eso me pareció.
12/05 Lohengrin.

VALENCIA, LA FORMULA UNO Y GARCÍA FERRANDO

Leo en “Levante” de hoy el panegírico de García Ferrando sobre los megaeventos de las ciudades cuyos responsables municipales apuestan por la política del espectáculo en la era global, y echo en falta un artículo con la opinión contraria que ofrezca el necesario equilibrio informativo, para que la información no se convierta en pura propaganda.

Defiende García Ferrando, Catedrático de Sociología de la Universidad de Valencia, nada menos, que el evento de la presentación de Mac Laren en Valencia, se gestione “con el rigor y profesionalidad que demanda la gestión de una gran empresa” para lograr las sinergias que beneficiarán a Hoteles, museos, centros comerciales, servicios urbanos y promociones urbanísticas.

Termina García Ferrando su artículo con la afirmación rotunda de que, si se da la condición anterior, es decir la buena gestión del evento, se producirán “importantes y benéficas consecuencias socio económicas y políticas para el conjunto de la sociedad.

Vamos a ver, señor García Ferrando, usted es consciente de lo que ha escrito? Salvador Giner, cuya obra usted no puede desconocer, ya escribía hace treinta años en un pequeño manual de Sociología que se estudiaba en la Facultad de Económicas que los hombres no son iguales, --otra cosa es que tengamos iguales derechos-- es decir que la desigualdad, o si se quiere la singularidad, es lo que nos caracteriza, objetivamente.

Es radicalmente falso que cualquier medida política beneficie al conjunto de la sociedad, antes al contrario, suele beneficiar a unos y perjudicar a otros, de ahí la dificultad de su ejercicio. Esa abstracción, el conjunto de la sociedad, vacía de contenido, la niega una realidad social de individuos o grupos de individuos con intereses contrapuestos y situaciones socio económicas muy variadas.

Es cierto que financieros, hoteleros, políticos, empresarios de grandes centros comerciales, promotores urbanísticos, incluso Tele 5 --cuyos gestores no están aquí, sino en la planta noble de algún edificio madrileño, en la Castellana-- serán sin duda beneficiarios directos de acontecimientos como este, pero no es menos cierto que numerosas personas y grupos sociales, no solo no participarán de ningún beneficio directo, sino que sufrirán perjuicios evidentes, y que nadie les ha consultado su opinión sobre el asunto.

En cuanto a los beneficios indirectos, es decir, la creación de empleo, pienso en los jóvenes mileuristas que con cada acontecimiento político, especulativo, mediático, sienten que viven en una ciudad cada vez mas cara, por ejemplo. No se me alcanzan las ventajas directas para los empleados de la limpieza pública, ni para los habitantes de los barrios relegados en los presupuestos municipales, entre otros.

La cuestión de fondo es qué modelo de ciudad prefiere la mayoría de sus ciudadanos.
No habría escrito este artículo si los partidos políticos explicaran con claridad este asunto en sus programas electorales, pero no recuerdo haber leído nada, en ninguno de ellos, sobre esta ocurrencia de traer la fórmula uno a Valencia. Si así fuera, y los ciudadanos lo hubieran respaldado con su voto, huelga cualquier comentario.

El asunto es si queremos una ciudad espectáculo solo orientada hacia fuera, hacia el nuevo capitalismo global, o un lugar habitable, sin fracturas sociales y menos ruidoso. Se trata, como siempre, de prioridades, y de orientar el uso de los recursos a esas prio- ridades. De pasear un sábado a las seis de la tarde por la calle de Colón sin envenenarse al respirar. Se trata, de extender las acertadas inversiones en parques y zonas verdes de Cuatre Carreres a otros barrios que las necesitan, como necesitan mejores centros de salud. Se trata de orientar los presupuestos municipales hacia los intereses de las mino- rías mas olvidadas, en mayor medida, restando recursos si es necesario a operaciones de especulación y espectáculo.

Dicen los franceses que, cuando un político de derechas gana las elecciones, se apresura a gobernar sobre todo para quienes no le han votado. Seguramente aquí, lo afrancesado está mal visto, pues por cada euro invertido en política social, seguramente se invierte otro en propaganda para amplificar el efecto de esos magros presupuestos.

Da pena leer a todo un catedrático de sociología expresiones tan ambiguas y radicalmente falsas. Tan faltas de rigor. Así como constatar su silencio sobre los desembolsos públicos, -- A Tele 5, por la noche de uvas, a Mac Laren por traer el coche, por no hablar de la austera campaña itinerante sobre triunfalismo municipal-- que limitan la atención a otras necesidades ciudadanas. Lo peor es que, dando por hecho que se trata de un competente profesional, la desmoralizante conclusión es que el saber y la conciencia ciudadana no siempre van juntos. Tal vez este señor desea acceder a un comité --si no lo ha hecho ya-- que esté en la pomada de la ciudad espectáculo. Con su pan se lo coma.

Por lo que me concierne, en las próximas elecciones, por una simple cuestión de higiene
democrática, aún reconociendo los logros positivos de tan larga ejecutoria pública, con tribuiré con mi voto, y el de aquellos en quienes pueda influir, a la jubilación política de quienes parecen haber perdido el sentido de la realidad, lo que suele suceder a cualquie-ra que se eternice en el poder político representativo, a cualquier nivel.
Lohengrin. 11/01/07

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