miércoles, 28 de febrero de 2007

MANDE?

El hombre, cuando nace, es el animal mas vulnerable del planeta. Cualquier alimaña tiene un agujero cavado en la tierra donde esconderse y numerosas especies nacen con una dotación genética que les permite ponerse de pie, correr y huir de los depredadores desde el mismo momento de su alumbramiento. La fragilidad, la dependencia, la incapacidad de valerse por si mismos, la indefensión, son los aspectos que caracterizan la primera experiencia vital de los bípedos. No pueden beber agua ni alimentarse ellos solos, no saben desplazarse, apenas se comunican, salvo con el llanto. Esa enorme y variada muestra de limitaciones haría imposible su supervivencia de no ser por una cualidad que les permite superarlas. Su capacidad de aprendizaje.

Los pedagogos, los psicólogos infantiles, los investigadores de la conducta en esas edades tempranas, parecen estar de acuerdo en que esa potente herramienta, la capacidad de aprender, trabaja a pleno rendimiento durante los seis primeros años de la vida del sujeto. Luego no es que desaparezca; en algunas personas, se prolonga con la misma intensidad durante toda la vida pero, en general, el grado de intensidad de absorción de experiencias, de reconocimiento del entorno, de imitación de conductas, de curiosidad, de descubrimiento, se reduce notablemente, se supone que como respuesta a la superación de esas limitaciones básicas. A esa edad, el niño ya sabe alimentarse solo, --aunque aún no puede procurarse su comida-- se desplaza y se comunica, su relación consciente con el entorno es amplia y su cerebro, después de actuar como una esponja durante ese periodo de aprendizaje intensivo, está listo para enfrentarse a una nueva etapa, la de su socialización, rebasada la de supervivencia.

Algunos especialistas sostienen que, a los seis años, las bases del carácter, de la personalidad del futuro sujeto adulto, ya están presentes en el niño. El carácter, lo mas permanente, se supone que procede de su bagaje genético, mientras que la personalidad visible sería una combinación de genética y aprendizaje, aunque en esta materia cualquier dicotomía puede ser demasiado simplificadora. Parece razonable suponer que las fuerzas que intervienen en la evolución hacia el mundo adulto interactúan y se influyen entre sí. Es posible que ese proceso cada individuo lo transite de un modo singular, con diferentes resultados, al margen de las tipologías, clasificaciones y agregaciones que los científicos, los siquiatras y los astrólogos emplean para explicar mejor sus respectivas materias.

Hago esta introducción para tratar de entender ciertas conductas de los adultos, que tal vez puedan estar muy marcadas por esa primera experiencia de indefensión, de fragilidad. Seguridad y autoridad. Riesgo y libertad. Es la actitud ante estas alternativas lo que me interesa, porque pienso que está en la raíz de las preferencias de los electores cuando las revelan a través del voto. En la realidad, estas categorías no se reconocen en solitario, por lo que es mas preciso hablar de distintas combinaciones y grados de Seguridad/Riesgo y Autoridad/Libertad, pero eso no impide su análisis por separado.

La seguridad es la respuesta a la demanda de una pulsión profunda, tan arcaica que es anterior a las ideologías. Es probable que la posesión y la acumulación respondieran, en su origen, entre otras causas, a esa profunda demanda de seguridad ancestral. En las sociedades premodernas, al grado alcanzado de acumulación pareció vincular la autoridad con la acumulación. Las formas autoritarias de organización social servían, sobre todo, para proteger las propiedades acumuladas, y en las primeras democracias solo tenían derecho a voto los propietarios. Las democracias parlamentarias tenían la función esencial de liberar a los propietarios de la tutela del rey, y eso se consideraba compatible con la pervivencia de la esclavitud. Propiedad y libertad para los ricos. Autoridad y riesgo para los pobres. En alguna medida, ese esquema sigue vigente en la sociedad globalizada. Hay una diferencia sustancial, sin embargo, nunca ha habido poblaciones tan numerosas, en su mayoría desposeídas, o con posesiones que no alcanzan el carácter de acumulación, con un número de individuos tan grande partidario del binomio Seguridad/Autoridad. Y si tantas personas que no tienen bienes acumulados que defender en cantidades significativas revelan su preferencia por la seguridad, ¿ no será que este valor, tradicionalmente atribuido a las clases enriquecidas, está vinculado, si, a la acumulación patrimonial, pero no solo a ella?. Siempre me han intrigado las actitudes que priman la seguridad y la autoridad en personas que no tienen un patrimonio que defender, su poco aprecio por la libertad y su falta de aceptación de un cierto grado de riesgo, tan natural como la vida.

De algún modo, la preferencia por la seguridad, y el autoritarismo que conlleva convertirla en prioridad de la vida social, parece un elemento latente del carácter de muchas personas, con independencia del grupo social al que pertenezcan. Solo así se pueden explicar las mayorías parlamentarias conservadoras, en numerosos países donde la mayoría de la población no tiene, objetivamente, nada que conservar.

Es posible que la traumática experiencia de la existencia primera, su fragilidad, dependencia, indefensión, haya dejado marcada para siempre en el carácter de muchos de nosotros la preferencia por la seguridad? Cualquiera sabe. Es la educación posterior, la socialización, lo que determina en realidad una escala de preferencias marcadas por el sistema que las reproduce? Parece mas probable, pero no podemos descartar una combinación de ambos factores.

Tan cierto como que hay poblaciones numerosas que se decantan por la seguridad/autoridad, cualquiera que sea el nivel de su patrimonio, es que hay numerosos grupos de población que prefieren una combinación de seguridad/libertad, y que existen minorías que están claramente a favor de la libertad/riesgo, relegando la seguridad al nivel indispensable para la supervivencia.

En la sociedad globalizada actual, quienes detentan el poder se están decantando por una cierta asimetría en el acceso a estos valores sociales. Quieren la libertad, si, pero fundamentalmente para sus negocios, lo que les permite acumular mas y mas rápido y se traduce en mayor seguridad para ellos. El riesgo, lo dejan para los otros. La inseguridad y la indefensión que se derivan de las deslocalizaciones, la pérdida de influencia sindical y la desregulación laboral, es la contrapartida inevitable del aumento de seguridad de las clases dominantes. Los viejos binomios Libertad/Riesgo y Seguridad/Autoridad, están acompañados ahora de expresiones mas alambicadas de estos valores. Así, Libertad/Seguridad, tienden a ser monopolizadas, como en las épocas esclavistas, por los ricos riquísimos, y Autoridad/Riesgo es lo único a que pueden aspirar los demás. Sin embargo, como las mutaciones sociales tardan en ser percibidas por la población, millones de personas seguirán apostando en sus preferencias electorales por la seguridad y la autoridad, sin caer en la cuenta de que ningún estado moderno es capaz de garantizar la seguridad a sus ciudadanos. Particularmente no pueden garantizar la seguridad de su trabajo, ni su integridad física en caso de un ataque terrorista. La paradoja de todo esto es que multitud de personas que tienen aversión al riesgo y valoran mas la seguridad que la libertad, viven en un estado de riesgo permanente y refuerzan sistemas autoritarios para disfrutar una seguridad que, en realidad, es inexistente.

Al margen de la apropiación de la libertad por el mundo de los negocios, existen personas que no pueden ser expropiadas de ese derecho, porque no han vinculado sus vidas con la posesión ni la acumulación. Antes al contrario, reniegan de las posesiones y propiedades, --salvo los mínimos de supervivencia-- y tampoco se decantan por identificar sus tareas o carreras profesionales con la permanencia, sino con el cambio. Son personas, grupos sociales, o poblaciones, seguramente menos numerosas que las otras, que han volcado sus preferencias en la aceptación de la libertad y el riesgo.

Entre unos y otros, supongo que hay también poblaciones, seguramente las mas numerosas, que optan por combinaciones variables de Seguridad/Riesgo y Libertad/Autoridad, que necesitan un cierto grado de libertad para sentirse cómodos y entienden que hay que aceptar un cierto grado de organización o autoridad para ordenarla, y que son capaces de asumir un cierto riesgo, porque entienden que la seguridad absoluta no es posible, en ningún caso, y además cuando se promete es a costa de la libertad.

La vieja distinción procedente de los lugares que ocupaban en la Asamblea francesa sus representantes, Derecha, Izquierda, Centro, puede reformularse ahora tomando como referencia las situaciones y actitudes de cada grupo social, y sus preferencias respecto a los valores básicos que impregnan toda organización social

Así la antigua derecha estaría representada ahora por quienes tratan de monopolizar, a nivel global, el binomio Libertad/Seguridad; aquellos que se decantan por la libertad y el riesgo, estarían cómodos en la izquierda, mientras que el centro estaría ocupado por los partidarios de diferentes combinaciones de Libertad/Autoridad y Seguridad/Riesgo.

Entre los electores predominarían los demandantes de Seguridad/Autoridad, seducidos todavía por su falsa percepción de la sociedad controlada por el Estado en la que creen vivir, y los muy numerosos partidarios de un eclecticismo razonable, derivado del sentido común.

Y los estados nacionales?, Su funcionamiento es el reflejo de las preferencias y actitudes de sus ciudadanos?

Casi todos los inventos y tecnologías implantados en la vida civil, resulta que tienen sus orígenes en organizaciones militares. La informática, la electrónica, Internet, el uso de satélites para cartografía y prospección de yacimientos, los avances en meteorología, por no hablar de los neurolépticos y de la industria química. Todas esas innovaciones fueron discutidas, cuando aún estaban en embrión, en los Estados Mayores de los Ejércitos. Si existe alguna organización típicamente piramidal y autoritaria --otra cosa es que utilice sistemas de redes horizontales para comunicarse-- es el Ejército. Tiene sus Consejos, sus Estados Mayores, su especialización por armas y cuerpos, todo ello centralizado en una autoridad superior. Una estructura de mando impresionante, en cuya base están los simples soldados, solo destinados a obedecer.

Como están organizados los Estados?

La organización de los viejos estados nacionales, vista con los ojos de la globalización, recuerda la figura de un ex combatiente que ha sobrevivido a las grandes guerras mundiales, pero solo puede moverse con apoyos ortopédicos. Los ejecutivos, bajo su apariencia de estructura militar, de la que se nutrieron en su origen, tienen un jefe, muchos ministerios, delegaciones territoriales, consejos, comités, y toda la parafernalia organizativa que da la impresión de que ejercen su poder en el ámbito que les es propio.

Con independencia de la separación tradicional de poderes entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial, que es un límite legal a la acción de los gobiernos, la velocidad con que hoy se compran y venden empresas, se desmantelan plantas de producción, se planean operaciones financieras para hacerse con el control de este o aquel sector, tomar la mayoría de este o aquel banco, en definitiva, la libertad de negocios para acumular a una escala y con una rapidez desconocidas hasta hace unos años, ha exigido desmantelar los controles legislativos que frenaban la inversión, o la desinversión. Las autorizaciones previas de los gobiernos para estas operaciones son cosa del pasado. La intervención gubernamental en la fijación de tarifas se ha visto reducida a muy pocos servicios La mayoría de los monopolios públicos han sido desmantelados, privatizados o suprimidos. En este panorama, ¿que queda de esa organización jerárquica, estructurada al estilo militar, antes tan omnipresente en las decisiones económicas de las empresas?. Pues queda un aparato recaudador de impuestos, -que no es poca cosa- un sistema de salud y pensiones, la seguridad pública y unos cuantos ministerios, aquí casi sin competencias por haber sido cedidas a los gobiernos autonómicos. Que se le pide a esa estructura que ya no pinta nada en la economía ni en las finanzas? Pues los partidarios de la Seguridad/Autoridad le piden nada menos que les proteja. A todos. Todo el tiempo. En todo lugar. Un imposible para cualquier estado nacional, mas aún para los escuálidos Estados que han quedado después de que la ola neoliberal haya arrasado con todos los obstáculos que se oponían a su estrategia desreguladora.

No es que yo tenga nostalgia de los estados fuertes. Estaría bien que los estados fueran mas débiles porque sus ciudadanos son mas fuertes, mas libres, mas responsables, menos necesitados de protección. Pero al mismo tiempo que el mundo de los negocios se ha fortalecido en una escala inimaginable, los grupos sociales mas vulnerables están mas desprotegidos, porque esa debilidad del estado se ha traducido en una precariedad extendida para aquellos que no forman parte de la tribu de la acumulación y el despojo.

En conclusión, ya que decantarse por la seguridad favorece el autoritarismo, y como espero haber demostrado que, en el mundo actual, la seguridad de los débiles es un espejismo, una fantasía, algo que el estado actual no puede garantizar de ningún modo, ni en el empleo, ni en la vida cotidiana, desearía que la molestia que me he tomado de escribir casi cuatro mil palabras le sirviera a alguien para abandonar esa ilusión y buscar aquellas opciones políticas que mas se acerquen a las necesidades de los grupos sociales mas vapuleados, que intenten favorecer la libertad de los débiles, que se acercan peligrosamente a posiciones sociales mas propias de las sociedades esclavistas que del siglo de Internet.

Aunque, si el anhelo de seguridad es una pulsión arcaica que se origina en la fragilidad, la dependencia y la indefensión de nuestros primeros años, nuestra costumbre de contestar, Mande?, imagino que será difícil de erradicar.

Lohengrin. 02/2007

lunes, 26 de febrero de 2007

LA PERVERSION DEL LENGUAJE

La prensa del día lleva, entre otras, una noticia de contenido político que me ha llamado la atención. Cuando lees una noticia, si quieres interpretarla, en lugar de ceder a la cruda repetición de su contenido, debes tener en cuenta en que fuente se origina, --quién lo dice-- en que ámbito se ha dicho, a quien va destinada, sin descuidar tampoco el signo o las simpatías políticas del periódico que la publica.

Solo después de ponderar todas esas consideraciones, te puedes acercar algo a descubrir el ¿porqué?, la finalidad de su difusión.

En este caso se trata de una noticia relacionada con la estrategia electoral del partido que gobierna en la Comunidad Valenciana. Su jefe, Camps, ha establecido entre sus gentes la obligación de celebrar, al menos, un acto semanal para glosar las bondades de su gestión, y ha demandado la prioridad para aquellos actos relacionados con su política sanitaria, educativa y de bienestar social.

Ante una estrategia tan clara, caben, al menos, dos interpretaciones para comprender el origen de esa definición de objetivos. Las políticas citadas han sido los puntos fuertes de la acción de gobierno y por tanto se exhiben esas realizaciones como sólido argumento electoral, o bien, por el contrario, han sido los puntos más débiles de la gestión, los que han salido peor parados en las asignaciones presupuestarias, por lo que el esfuerzo de propaganda debe centrarse en esos campos, para ocultar la realidad de su precariedad y convencer a los electores de lo contrario, por el procedimiento de ensalzar y amplificar las realizaciones y silenciar las deficiencias e incumplimientos.

Esto es muy relativo, porque todo gobierno puede exhibir un cierto grado de realización de estas políticas, y toda oposición resaltar los incumplimientos, pero yo quiero poner el énfasis sobre todo en los cerebritos a sueldo de unos y otros, que se estrujan las meninges para conseguir los objetivos que les han sido dados y lo hacen, de modo cotidiano, pervirtiendo el lenguaje. En la segunda de las opciones que yo planteo, es decir, cuando se trata de tapar los puntos débiles, la perversión del lenguaje aparece en toda su crudeza, pues no se trata de reforzar una cosa verdadera, sino de ocultar una verdad, --que no se ha hecho todo lo razonablemente posible en materia de políticas sociales. Demasiado a menudo, en lugar de reforzar cosas verdaderas, es decir, destacar los puntos fuertes, se opta por el sofisma, cuando no directamente por lo mendaz, y se retuerce el lenguaje hasta extremos perversos, lo que supone una clara manipulación de los hechos con intención de influir en la percepción que los electores tienen de lo acontecido. A veces, se tiende a crear la sensación de que vivimos en el mejor de los mundos posibles, utilizando la herramienta del lenguaje sin ningún criterio crítico, ni ético, porque los fines prevalecen sobre los límites éticos de los medios.

Luego están los receptores de esos mensajes, que ya no son niños. Son mayores de edad y se les supone el buen juicio suficiente para separar el grano de la paja. Para integrar en lo que les cuentan, lo que no les cuentan. Para ponderar los discursos con sus propias y cercanas experiencias ciudadanas. En la medida que el grado de formación, de espíritu crítico y de criterio de la ciudadanía para el análisis personal de su entorno político y ciudadano sea mas elevado, los cerebritos a sueldo que pervierten el lenguaje mas de lo razonable, corren el riesgo de que sus estrategias de comunicación se vuelvan contra los objetivos de quienes les pagan. Es un difícil equilibrio que, seguramente, los mas aventajados tratan de dominar. Se trata de mentir sin que les pillen. Ya dijo un demócrata americano que se puede engañar a alguien, todo el tiempo; se puede engañar a muchos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos, todo el tiempo. La vida política española reciente ha proporcionado ejemplos sonados de los riesgos de no tener en cuenta la universalidad de esa máxima.

En conclusión, la perversión del lenguaje es un arma estratégica que, si no se utiliza con suma moderación y cuidado, puede causar la muerte política de quien la usa.

Observo con curiosidad e interés las primeras acciones publicitarias de los partidos mayoritarios y las instituciones que gobiernan, en la precampaña electoral y ya he visto aciertos y errores de bulto.

La impecable campaña institucional de la Generalitat valenciana, pone el énfasis en los ciudadanos, con un mensaje muy eficaz. Las imágenes de personas representativas de los distintos grupos sociales, mayores, inmigrantes, con mensajes afirmativos, basados en lo que ven, ¿y tú como lo ves?, refuerzan el mensaje de las realizaciones, al tiempo que desautorizan el discurso crítico de la oposición. Esa campaña trata de desactivar el discurso de los medios de comunicación afines a los rivales políticos, y los mensajes de la propia oposición, poniendo el énfasis en cosas elementales y fácilmente reconocibles. ¿A quien no le han subido la pensión? No importa que la cuantía de las pensiones sea competencia del gobierno central y que los complementos autonómicos en Valencia estén por debajo de otras comunidades. Es un hecho que a uno le han subido la pensión. Eso no se puede negar, y poner a un jubilado en un cartel encantado de la vida no es censurable, y además es eficaz. Poner a un inmigrante, lo mismo. Es posible que se le haya regularizado, que se le hayan dado papeles. También eso es competencia del gobierno central, y esa realidad no la niega el hecho de que aquí tengamos a algunos centenares de ellos --las autoridades dicen que por su propia voluntad--viviendo bajo los puentes. No hay ironía ni sarcasmo en lo que escribo, estoy sinceramente convencido de que la campaña institucional es modélica en cuanto a la forma, los contenidos y los objetivos, sin perjuicio de que puedan haber matices que permiten criticarla, pero en general es una buena muestra de marketing político. Porque utiliza argumentos positivos y básicamente verdaderos, porque pone el mensaje en boca de los ciudadanos, y porque lo hace desde imágenes que representan a cada uno de los grupos sociales.

En resumen. Un acierto.

De la primera iniciativa visible de la precampaña electoral del PSOE no se puede decir lo mismo, lamentablemente. Los carteles y vallas publicitaria expuestos a la vista de los ciudadanos contienen un lema atractivo, Nuevos Tiempos, que invita al cambio, pero las imágenes fotográficas de los candidatos son tan lamentables, transmiten tal sensación de antigüedad y de falta de energía, que uno llega a pensar que si no son competentes para supervisar adecuadamente su campaña, la calidad de sus imágenes y la eficacia de su mensaje, mal van a serlo en mas altas funciones. Tan mortecinos son sus retratos, que sus adversarios se carcajean y hablan de la Funeraria Plá, al referirse a ellos. Esta vez, no les faltan motivos.

Claro, no brilla igual un candidato de la oposición que un político en el poder. En cierta ocasión, cuando Joan Lerma presidía la Generalitat, acudió a una cena de profesionales a la que yo asistía. Les juro que brillaba. Es increíble el aura que rodea a un político

cuando está en el ejercicio de un cargo importante. Es algo físico. Lo he visto después, descabalgado de aquella dignidad y parecía, simplemente, un jubilado del puerto.

Camps, cuando accedió con un apoyo precario al mismo puesto, tenía un aire cerúleo, eclesial y fúnebre. Transmitía una sensación de hombre precario, inseguro, tímido. Ha bastado que su partido haya decidido apoyarlo sin reservas, que él sienta que conduce realmente las riendas del poder, para que su figura haya alcanzado connotaciones épicas. Ahora parece Alejandro el Magno, regresando victorioso de sus campañas, o un ejecutivo de una multinacional con contrato blindado sin temor a operaciones hostiles que pongan en riesgo su liderazgo. Es asombroso, ese cambio. Nuevamente el aura del poder fortalece a una persona que parecía la representación misma de la mediocridad. Se ve. Es algo físico. Fíjense si no, visionen imágenes de su primera etapa y comparen con las actuales. Energía. Esa energía que da el poder es la que está ausente en los retratos fúnebres de sus oponentes.

Mucho les queda por hacer a los candidatos de la oposición para hacernos creer y creerse ellos mismos que desean ganar las elecciones. A mi me gustaría, aunque sea por una simple cuestión de higiene democrática. Aunque creo que votaré a los del Compromís. Ahora que sus votos son sumables, no es una mala opción.

Lohengrin. 02/2007

martes, 13 de febrero de 2007

DESIERTOS Y CAMPANAS

Al leer a Julio Llamazares siempre percibo el aliento poético de su lamento por el paraíso perdido. Comparto esa sensibilidad pero, a la vez, sus reflexiones me invitan al análisis de las situaciones y circunstancias históricas que están en el origen de esa pérdida.

En este caso escribe Julio, en un artículo periodístico de hoy mismo, de Las dos Españas, y no se refiere solo a las ideológicas, sino a la España del interior, de los desiertos poblacionales, y a la de las economías en expansión, Madrid y las periferias.

Julio traza un mapa de esos desequilibrios y sitúa en la zona deprimida a Extremadura, las dos Castillas, Aragón, el antiguo reino de León y las provincias interiores de Galicia.

Al final de su artículo cita una descripción de la geografía actual peninsular, de Manolo Vicent, que la ve como una campana gigante, con un badajo en el medio que resuena en el vacío inmenso que lo rodea.

He viajado por Extremadura, por ambas Castillas, por Aragón, por Galicia, Cantabria y el País Vasco, por Andalucía, Cataluña, por Murcia y la comunidad Valenciana, por Baleares y Canarias. En todas partes he visto desiertos poblacionales. Incluso en Valencia, de quien mucha gente ignora que es uno de los lugares mas montañosos, porque no conoce su interior. He visto las soledades de la Andalucía alejada de la costa y de las aglomeraciones urbanas. Y el abandono del Aragón que no está vuelto hacia el norte, hacia la prosperidad de los vecinos. Pero en ningún lugar esa sensación ha sido tan omnipresente como en Extremadura. Hasta el punto de que al llegar allí por primera vez no pude evitar visualizar la imagen de una mano llamando a una puerta --Toc, toc, ¿hay alguien ahí?, sin recibir respuesta.

Me impresionó, por su belleza, el paisaje extremeño, también, por su cordialidad, su paisanaje, no digamos su historia, su riqueza monumental, su gastronomía. Pero no pude evitar volver con la impresión de que había visitado un lugar vacío, y con la inquietud de preguntarme -¿Porqué, ese vacío?.

Extremadura es el paradigma de la España del desierto poblacional, pero ahora Julio nos estimula a que demos respuesta a esa pregunta. Donde Julio ve insolidaridad y desprecio de la España rica hacia la pobre, yo prefiero bucear en los orígenes históricos de esa situación. Lamento no disponer de tiempo para una investigación exhaustiva en el catastro en apoyo de mi argumento, pero he visto con mis propios ojos la dimensión de las propiedades latifundistas que conforman el territorio extremeño. Millones y millones de metros cuadrados dedicados a la caza y la dehesa, probablemente en manos de propietarios que no viven, no han vivido, ni vivirán allí. Lamento decirlo así, pero Extremadura aún parece una finca en manos de señoritos, como el Congo lo fue de Leopoldo de Bélgica, y claro, con esa estructura de la propiedad, uno entiende que la gente se haya marchado, no solo en busca de mejores condiciones económicas, sino huyendo de unas relaciones sociales cuasi feudales, tan bien descritas en “Los Santos Inocentes”.

Es aquí donde confluyen Las dos Españas de Machado, con Las dos Españas de LLamazares, porque fue una de esas dos Españas machadianas la que hizo la contra revolución, para evitar que la Reforma Agraria les expropiara sus fincas.

Tanta sangre de unos y otros derramada en un conflicto, una de cuyas claves fue el sacro santo derecho de propiedad, para que luego esas fincas hayan permanecido en su mayor parte, hasta hoy, improductivas, contribuyendo a la desertización poblacional de un territorio cada vez mas vacío. Mérida, cuarenta mil habitantes. Los mismos, aproximadamente, que cuando formaba parte del imperio romano, aunque en Plasencia vi una población joven y un ritmo creciente de actividades industriales.

Insolidaridad, si, pero no tanto de los habitantes de otras comunidades que contribuyen con sus impuestos a los fondos de compensación interterritorial, sino de una estructura de la propiedad de la tierra egoísta, insolidaria, improductiva, que está en el origen, junto con las políticas económicas centralistas, franquistas y post franquistas, del desierto poblacional que Vicent ve como una campana.

Lohengrin. 02/2007

miércoles, 7 de febrero de 2007

CAMBIO CLIMATICO

1. Planificación Estratégica/Globalización

Aviso para navegantes. No voy a aplicar un enfoque científico a este concepto de rabiosa actualidad, el cambio climático, sino una mirada que tal vez pueda calificarse de cínica y descreída, poniendo el énfasis mas en el uso del concepto --lo que se nos viene encima-- que en el concepto mismo.Hecha esa aclaración, voy a introducir el tema, primero, con relación a una técnica de gestión de los acontecimientos y las realidades económicas que apareció hace un par
de decenios, llamada Planificación Estratégica. Asistí a un curso de esa especialidad en su día, mas por curiosidad intelectual que otra cosa, porque ni soy político, ni dirijo ningún grupo empresarial, pero no me son ajenas las prácticas empresariales por haberlas conocido de cerca durante mi dilatada vida activa. La Planificación Estratégica nació, como Internet, en el seno de los Estados Mayores de las organizaciones militares occidentales. Después, sus aplicaciones se extendieron a la vida civil. Políticos y gestores se interesan por este instrumento de gestión. Hoy es frecuente oír hablar de Planes Estratégicos a los responsables municipales de grandes ciudades, y de marketing estratégico a los gestores de los grandes grupos empresariales. Pues bien, esa terminología nace de la vulgarización de aquella técnica, antiguamente militar.

El Espasa define la estrategia como un conjunto de reglas que permiten tomar la decisión óptima en cada momento. La Guerra de Irak es un ejemplo, claro y actual, de aplicación rigurosa de esa metodología, solo que las reglas fallan cuando se basan en premisas erróneas, por muy riguroso que sea el método aplicado. Hay quienes opinan que ese acontecimiento no fue planificado. Yo estimo que se planificó, si, pero sobre bases poco realistas.

En su aplicación a las actividades empresariales y políticas, la Planificación Estratégica tiene un contenido temporal importante. Antes de su generalización, las empresas hacían planes de ámbito anual, porque ese era el período utilizado para medir sus resultados, su ejercicio económico. Se introduce la estrategia en el ámbito empresarial para situar los planes anuales en un marco mas ambicioso y comprensivo de la realidad económica y sus tendencias observables, que incluye, tanto procesos de inversión de alcance plurianual, como cambios y mutaciones del entorno que, aunque mas lentos, son observables y con influencias previsibles en el corto o medio plazo.

Los elementos conceptuales mas importantes de la Planificación Estratégica son, las
Amenazas y Oportunidades, en relación con los cambios y mutaciones detectados o previsibles, sus posibles efectos sobre las actividades del grupo empresarial que planifica, y su influencia sobre el modo de gestionar los acontecimientos y realidades para adaptarse, con éxito, al nuevo entorno. Otro elemento esencial es la Cadena de Valor. En un grupo empresarial importante, suele haber una diversidad de actividades, y no todas generan el mismo valor añadido
(margen, para entendernos). El análisis de la cadena de valor permite, mediante la aplicación de la planificación estratégica a la estructura interna del grupo, identificar aquellas actividades que generan mayor o menor margen, y orientar una política a medio o largo plazo que maximice el beneficio y el crecimiento empresarial, invirtiendo en las actividades mas rentables y abandonando las menos interesantes.

El Marketing Estratégico es otra herramienta esencial en la planificación que nos ocupa,
pues trata, básicamente, de superar el concepto tradicional de la publicidad, relacionado con las acciones de comunicación cotidianas relativas a los productos o servicios que el plan anual establece, tratando de moldear la demanda de los consumidores con un alcance mayor. Es muy visible en la publicidad de las compañías eléctricas o de telefonía, entre otras. La imagen de marca, la fidelidad del cliente y la influencia en los hábitos de consumo son elementos esenciales de su campo de actividad.

El arte mas complicado del Plan Estratégico es elegir bien las variables que reflejen con
fidelidad y con cierta permanencia, las realidades y acontecimientos económicos y sociales que el plan debe considerar como prioritarias, entre el conjunto de sucesos y tendencias observables del entorno, puesto que el éxito o fracaso de todo el desarrollo posterior de la planificación va a depender de esa elección correcta o errónea.

A juzgar por lo que ha sucedido en el mundo desde 1.989, cuando se volatilizó el imperio soviético, cambió el equilibrio de poderes y un nuevo capitalismo de mercado de verdad derribó los obstáculos que lo frenaban, --sindicalismo, regulaciones estatales, fronteras y demás-- da la impresión de que algunos planificadores, los que apostaron por el predominio del mercado y la desregulación de los obstáculos normativos que frenaban la expansión mundial de las empresas, --lo que se ha dado en llamar globalización-- acertaron plenamente en el análisis de sus amenazas y oportunidades, en la percepción del entorno y en la definición de sus objetivos. Hasta hoy.

2. Cambio Climático

Desde que la comunidad científica ha informado públicamente de la alta probabilidad de que el modelo de producción, energía y consumo actual nos lleve al desastre, sin paliativos, ese revulsivo está presente en las actitudes y declaraciones de políticos, financieros y jefes de conglomerados industriales con presencia en los mercados globales, y es muy ilustrativo detenerse en algunos casos concretos, para intuir lo que puede suceder en el futuro con el uso de este concepto, a nivel mundial.

En primer lugar, tomemos el caso de Al Gore. Un político actualmente en la oposición, con un currículo antiguo de preocupación por el medio ambiente, aunque no creo que se le deba calificar de Ecologista, al menos en el sentido militante que tiene en Europa esa etiqueta. Su gira por países europeos para exhibir su ya famoso documental “Una verdad incómoda” y sus entrevistas con políticos en activo, presidentes de gobierno y agentes sociales y económicos, ya ha producido reacciones de los grandes jefes de conglomerados industriales de su país, que reconocen sus actividades --no han tenido tiempo de reaccionar en términos estratégicos-- como una amenaza para sus intereses.
El portavoz de uno de los mas grandes fabricantes de automóviles ya ha mandado decir en la prensa que la fabricación de vehículos no contaminantes elevaría su coste mas de tres mil euros por unidad. Seguramente, habrá muchas mas reacciones de este tipo, que parecen mas dictadas por el pánico que por un análisis sosegado del asunto. Este caballero, el fabricante, se siente amenazado.

El gobernador de California, ese actor de apellido impronunciable metido a político, se ha apresurado, en cambio, a dictar una ley, de aplicación en el Estado que gobierna, con el fin de obtener una reducción de la emisión de contaminantes de un 25% en trece años. Este caballero --quien no parece tener un sólido currículo en la gestión de empresas-- ha percibido con claridad la influencia que supone en los asuntos públicos la consideración del cambio climático como una nueva prioridad mundial. Y la ha percibido como una amenaza para el medio ambiente, pero como una oportunidad para el. La oportunidad de ganar las elecciones de calle. Hasta se ha fotografiado junto a un naranjo californiano arrasado por el pedrisco. Por cierto, la pérdida de la cosecha californiana debido a desastres climáticos-, ha sido una bendición para los productores
de agrios valencianos. Siempre es así. Lo que para unos es una amenaza, para otros es una oportunidad. Planificación estratégica en estado puro.

En los albores de la primera revolución industrial, los fisiócratas defendían una economía basada esencialmente en el uso de la tierra, pero el incipiente capitalismo financiero e industrial, percibió con claridad su oportunidad y puso en marcha el modelo de explotación que, con sucesivas mutaciones, ha llegado hasta nuestros días.
Como consecuencia de aquellas mutaciones, hoy en día, los productores agrarios han visto disminuir, en los países industrializados, el peso relativo de la producción agraria hasta un dígito de la producción total, y observan con pesar que los políticos no les hacen ni puñetero caso, salvo en algunas medidas menores para atraerse sus votos.
En la medida en que los efectos del cambio climático se atribuyen, no solamente a la emisión de gases de efecto invernadero, sino también al uso del territorio, es posible que la agricultura recupere un cierto valor añadido, pero tal vez será como consecuencia de su función de conservación del territorio, mas que por el valor de su producción.

Lo divertido, -entre comillas- de todo este asunto, es ver las reacciones que provoca, sobre todo en algunos políticos de los que uno nunca hubiera sospechado su conciencia medioambiental, o en otros que no acaban de darse cuenta de la importancia de lo acontecido. Evidentemente, los gabinetes de los políticos, sobre todo en época de elecciones y elaboraciones programáticas, no desconocen las técnicas de planificación estratégica, y es mas que probable que estén elaborando nuevos modelos para definir sus acciones partidarias, intentando tomar en consideración variables que hasta ahora no habían identificado. Pronto veremos mensajes y declaraciones retóricas que habrán sido elaboradas en esos gabinetes. Será divertido.
Algunos, al parecer muy informados, ya han comenzado. En mi pueblo, que yo acostumbro a llamar Heliópolis por ser una tierra soleada, muy semejante a California, el presidente del gobierno autonómico, que al parecer no se ha enterado de nada, no para de hacer declaraciones celebrando nuestro modelo y nivel de desarrollo, sin caer en la cuenta de que el asunto del cambio climático lo deja automáticamente obsoleto, y que, a partir de ahora, hay que hablar de un modelo alternativo, de futuro, en lugar de glorificar lo que pronto será un fósil del pasado. Su Ministro de Medio Ambiente, o Conseller de Territorio, como se le llama por aquí, en cambio, lleva mucho tiempo ya --yo no sabía porqué, hasta que saltó lo del cambio climático-- con un discurso ecologista que antes parecía pintoresco, y ahora se ve que es claramente oportuno, además de oportunista.

Y que va a pasar con los Ecologistas? Tanto tacharles de fundamentalistas y aguafiestas, pues ahora lo previsible es que todos los partidos políticos, de derechas, de izquierdas o de centro, incorporen a sus programas las formas --y los contenidos?-- ecologistas, intentando robarles --espero que no se dejen-- el espacio político que les corresponde ocupar después de decenios de militancia testimonial y minoritaria.

En cuanto al mercado? Que va a pasar con el mercado?. En mi opinión, en su conjunto y en cuanto a su esencia nada va a cambiar, sí en su distribución regional y en la composición de las actividades que lo ocupan. En la cadena de valor de la que hablé al principio, aparecerán elementos y oportunidades nuevas, derivadas de las actividades y diseño de servicios y productos necesarios para controlar los efectos negativos del cambio climático. Una oportunidad de negocio fabulosa para los mas espabilados jefes de conglomerados transnacionales, aunque los fabricantes de automóviles, en una reacción mas táctica que estratégica, nos hagan llegar el mensaje de los costes del cambio. Como siempre sucede cuando algo cambia, unos ganan, otros pierden. Será interesante, pero que muy interesante, estar al loro de lo que pase a partir de ahora. Una nueva era ha comenzado. ¿Alguien sabe lo que nos deparará?. Si es así, dígalo, por favor.

Lohengrin. 02/2007

lunes, 5 de febrero de 2007

HUMANOS

Somos materia, un conglomerado de fibras, sangre, tendones, huesos y músculos, con una sonrisa puesta para hacer creer a los demás que somos inofensivos, aprendida de nuestra organización neuronal, que está ahí, esencialmente, para hacer la convivencia posible mediante el engaño de nuestra aparente condición humana.

Ante el estupor general cuando alguien se comporta como un animal, --era tan normal--cabe sorprenderse de porqué los bípedos no se comportan siempre así, como fieras salvajes, y consiguen mantener esa apariencia de civilización que los diferencia de otras especies.

La respuesta es, naturalmente, la cultura, en sentido amplio. Millones de años de evolución cultural nos han enseñado a encontrar y practicar alternativas a la violencia. Pero los aprendizajes no son perfectos, no alcanzan a todos, ni en igual medida y su resultado final parece ser un mecanismo delicado, susceptible de regresión, de olvido de lo aprendido, o de fragilidad ante otros elementos, como la territorialidad, la pertenencia o la codicia, que pueden desencadenar fuerzas puramente animales, capaces de destruir lo que tan pacientemente se ha ido depositando, capa tras capa, en nuestra inanidad. Eso que llamamos, con cierta presunción, la naturaleza humana. Expresión bastante contradictoria, por cierto. Nada de natural hay en que un animal bípedo se considere humano. Si alcanza un cierto nivel de humanidad, es a cambio de desprenderse de su animalidad, es decir, de su naturaleza, tan contraria a los usos y costumbres que el mismo se impone a través del proceso civilizador.

La prueba de esta afirmación es la observación de las necesidades básicas del ciclo vital del bípedo, que en nada se diferencian de las cualquier otra especie. Necesita hábitat, alimentación, reproducirse, se comporta como un depredador, hasta que finalmente muere y se descompone.

Y si eso es así, no deberían sorprendernos las reacciones de cólera que, con frecuencia, terminan en homicidio, sino el hecho de que esas conductas sean relativamente minoritarias, siendo la base biológica y fisiológica de la conducta bípeda, sustancialmente, semejante, hablando en términos orgánicos.

Ocurre que nuestra memoria antigua, medida en términos geológicos, ha olvidado prácticas ancestrales que antes eran comunes a cualquier individuo, y que eran respuestas instintivas a las necesidades de supervivencia.

Las sociedades modernas, sobre todo de doscientos años a esta parte, han generado tanta información sobre los modos de vida socialmente aceptados, sobre sus reglas y comportamientos, han promulgado tantas leyes restrictivas, y lo siguen haciendo a tal velocidad y con tanta minuciosidad, que es técnicamente imposible que los bípedos actuales, aunque sea de forma minoritaria, no transgredan alguno de esos tabús sociales y jurídicos, todos los días.

Es el énfasis que hacen los medios de comunicación en esas conductas transgresoras lo que produce en algunos la sensación de que nunca ha habido tanta violencia como ahora, cuando lo cierto es que los procesos civilizadores han conducido, mayoritariamente, al abandono de las actitudes violentas entre las personas, a pesar de la fragilidad de ese mecanismo, susceptible de regresión ante estímulos que tienden a anularlo, si bien la violencia colectiva, ligada a las relaciones de poder de las minorías que la promueven, sigue estando presente de forma cotidiana con su rostro trágico que nos visita cada día desde la pantalla del televisor.

A pesar de esa presencia mediática de la violencia colectiva, hay que felicitarse de que tantos animales de dos patas se comporten como si fueran humanos, sin serlo, y trabajar para que el resto, los que creen vivir en una selva, lleguen a la conclusión de que esto es una selva, si, pero ellos no tienen que comportarse como si lo fuera.

A esas minorías violentas, deberían proyectarles esos documentales en que aparecen los exploradores del siglo XIX, --el doctor Livingston, supongo?-- en medio de la jungla amenazante, sin perder un ápice de elegancia personal en su apariencia. El ejemplo de aquellos hombres, --es una opinión-- es el mejor antídoto contra la animalidad y la expresión de la superioridad de la cultura sobre la barbarie.

Lohengrin. 08-2006.

viernes, 2 de febrero de 2007

DEMOCRACIAS

La lenta cadencia de la tarde se desliza entre la luz invernal. Los miles de estorninos que habitan el descuidado jardín del cuartel deshabitado duermen la siesta en silencio. Solo están despiertos unos cuantos individuos que vigilan para que las tórtolas invasoras no se apropien su territorio.

En mi gabinete, solo se escucha el zumbido del ventilador que refrigera el ordenador en marcha y el suave rumor del módem que me conecta al ciberespacio. En ese ambiente de relativo silencio, el timbre de la puerta suena como un aldabonazo. No es nadie. El repartidor de gas butano se empeña en llamar aquí, a pesar de que hace tiempo que uso gas natural. O era el del agua mineral? No sé. No es nadie.

Una bandada de palomos se acerca a los árboles que se ven tras la ventana, pero su vuelo rasante es desbaratado por los centinelas que defienden el territorio estornino.

Una o dos tórtolas consiguen infiltrarse en las ramas libres. Dentro de unas horas, las gaviotas que han pasado el día en los vertederos, poniéndose ciegas de basura, volarán hacia el mar, en ruta hacia sus dormideros. No estoy en un observatorio de aves. Es mi barrio, que es así. Un lugar habitado por las aves urbanas, que encuentran en la gran cantidad de árboles y espacios verdes un entorno adecuado a sus necesidades, y en la cercana fuente ornamental agua abundante.

Un barrio fronterizo, cercano a un espacio de edificios verticales construido en el tardo franquismo para alojar a los parias de entonces, que malvivían en chabolas, y que en su mayoría han vendido esos alojamientos, ocupados ahora por otros parias, porque el ejército de los pobres de este país, que en tiempos de Marcelino Camacho eran ocho millones, ha cambiado su composición, pero su número no ha disminuido.

Tomo café junto a ellos, con frecuencia. Los conozco. Son vendedores de mercado, de flores, de bisutería, de ropa usada, de perfumes falsos y cosas así. Eso los que trabajan.

También hay un buen número de enfermos mentales, esquizofrénicos, gentes a los que las drogas les han dejado secuelas o daños cerebrales. Hay jóvenes que alternan períodos de trabajo, con periodos de desocupación: peones de la construcción, pintores de brocha gorda, camareros o vendedores de telefonía. Predicadores evangélicos, que montan iglesias dirigidas a la etnia gitana, y supongo que camellos que trapichean con el menudeo de sustancias prohibidas.

En el Bar, no se distinguen unos de otros, son solo gentes que bajan a tomarse su café con leche, su copa de brandy, su mezcla de cazalla y mistela, su carajillo. También frecuentan el bar las mujeres, sobre todo gitanas; un par de profesoras del cercano colegio público, que desayunan aquí, y un montón de barrenderos, empleados de la limpieza, que dicen ahora, además de tres o cuatro jubilados entre los que me cuento.

Uno de ellos fue tramoyista, y, con su permiso, lo he utilizado para dar esa profesión a mi alter ego en un par de libros, uno terminado, otro estancado.

De vez en cuando, el camarero del bar tiene un altercado con algún orate que molesta a los clientes, pero nunca son cosas graves, ni violentas, todo se queda en puros desahogos verbales, aunque un par de veces al año, algún vecino de ese barrio se tira por la ventana, y queda certificada la marginalidad de sus habitantes, a despecho de los parques que tratan de disimular la degradación humana.

Una ancha avenida separa, evidenciando los distintos niveles de renta de sus habitantes, ese barrio de casas protegidas, del colindante, todo de viviendas de renta libre, lo que evidencia que la política de casas baratas del franquismo creaba guetos sociales y configuraba espacios urbanas marcados por tremendas desigualdades socioeconómicas, pero la política de casas caras de los últimos decenios años ha configurado una nueva generación, los jóvenes sin casa, que son una casta transversal universalmente jodida por esa política.

Hagan lo que hagan, no se como lo consiguen, los políticos siempre lo hacen mal.

Los que nunca hemos sido políticos tendemos a generalizar sus errores. Quizás si los ciudadanos de a pie pasáramos una temporada en la política activa, como en tiempos lo hacíamos en el servicio militar obligatorio, tendríamos una visión más ajustada de las dificultades de ese negocio público, y tal vez una mejor, o peor,-quien sabe- opinión de quienes ven las cosas desde otro punto de vista, en general, mas informado.

Aunque sospecho que el problema no es la mayor o menor información, que también, sino el sustrato ético de quienes actúan en función de la información de que disponen.

Esa información les llega por distintos canales, de los de abajo, a través de las encuestas, de los de arriba por medio de presiones para que tomen decisiones, a veces, no siempre, en contra de los intereses y necesidades de quienes les han confiado el voto seducidos por sus promesas o por la ideología que se les supone.

Uno de los problemas de la democracia española es que los votantes, en general, no están organizados para hacer un seguimiento del uso que se hace de sus votos, y solo les queda el recurso de la siguiente consulta electoral, al cabo de cuatro años.

Cuatro años es mucho tiempo para dejar la política en manos de los políticos, sin una forma organizada de seguimiento y control. El control judicial suele actuar cuando el daño está hecho y en casos puntuales y ejemplarizantes. Puede ocurrir que cuando tengas ocasión de ejercer un correctivo electoral, el daño sea demasiado grande y extenso para corregirlo con una mera alternancia política.

El denostado --por desconocimiento-- sistema estadounidense, funciona razonablemente porque los candidatos están mas ligados a sus circunscripciones, y es corriente la existencia de comités de votantes que se reúnen periódicamente para evaluar la labor de sus representantes. Así y todo, vemos lo que ha pasado cuando una sociedad tan organizada para controlar a sus políticos, cede a los estímulos del miedo y amplía en exceso los poderes de su presidencia. Aunque los últimos datos indican que esa misma sociedad comienza a reaccionar para corregir esos excesos.

Esa ausencia de comités de seguimiento entre los votantes de a pie, que haga llegar a los representantes políticos su visión de la distancia entre las promesas de los programas electorales y la ejecutoria política de sus representantes, y que reciba información suficiente y cotidiana de su actividad, no puede ser sustituida por los sondeos de opinión, demasiado sesgados por el ruido mediático, y más en este país donde los más importantes medios están cada día mas vinculados a unos u otros partidos, y la independencia informativa se repliega cada vez mas, debido a los fuertes intereses económicos que la condicionan de manera creciente y al sesgo ideológico que se imprime a los criterios de las redacciones, por los patrocinadotes y la propia clientela de esos periódicos, cada vez mas enredados en la trampa sectaria.

Como consecuencia de esa sectarización de la política española, promovida, en parte, por los mismos políticos, todo el mundo espera leer en su periódico, no lo que ha sucedido, sino lo que a el le gustaría leer sobre lo que ha sucedido, desde una posición previa de prejuicio sectario. Son pocos --supongo-- los ciudadanos que leen habitualmente mas de un periódico, como son demasiado pocos los que se esfuerzan en hacer una interpretación personal de lo que leen, en lugar de repetir de una manera un tanto cruda, los argumentos que les transmiten.

Frente a la democracia casi exclusivamente mediática, y a los prejuicios sectarios, lo civilizado sería que los electores fueran capaces de una forma de control organizado, --los avances informáticos y el ciberespacio lo permiten-- que, junto al poder judicial, fueran capaces de impedir las frecuentes aberraciones que se perpetran a su costa, a veces para satisfacer intereses que no son transparentes. Para ello, naturalmente, deberían constituir grupos de análisis , capaces de recibir, estudiar y evaluar aquellas medidas, proyectos de ley e iniciativas legislativas que les afecten.

Las instituciones actuales, defensores del pueblo, organizaciones de consumidores y usuarios, ya realizan una función en ese sentido. No son suficientes. Nada puede sustituir la acción directa de los votantes en defensa del uso adecuado de su voto.

En ese sentido, el modelo estadounidense de comités de enlace entre los electores y sus representantes, salvo que inventemos algo mejor, es la pieza que le falta a la democracia española para dotarse de verdadero contenido y sustancia democrática, y no quedarse en una estructura formal donde los políticos, los medios de comunicación y los juristas, realizan lo que a veces uno percibe que es una pura representación teatral, marcada por los sondeos de opinión, y con los intereses económicos entre bambalinas, como únicos actores protagonistas.

Es claro que la gente de a pie, para organizarse, tendría que dedicar tiempo a esa tarea.

Es seguro también que pueden hacerlo. En la era de los teléfonos móviles y de Internet, esa dedicación, que antes podría ser una lata, ahora sería menos onerosa.

La posibilidad existe, pero el mayor obstáculo es, según mi parecer, la inercia de los ciudadanos forjados en la no participación, después de treinta años de democracia formal, ahora mas próxima que nunca a la democracia de espectáculo. Hay que reconocer que es mas fácil echar la culpa a los políticos de lo que pasa, que dedicar parte del tiempo libre a organizarse y tratar de influir en los asuntos que nos afectan.

A pesar de eso, la creciente presencia ciudadana en la política, por medio de los blogs, los chats, las páginas web, las comunicaciones en el ciberespacio en general, los sms, y los soportes que sin duda seguirán apareciendo, podría ser el síntoma de una nueva forma de organización horizontal y extendida, un movimiento incipiente que, unido a la creciente sensibilidad por los destrozos en el clima, transforme de modo irreversible los viejos modos de hacer política de la democracia formal, mas cerca de la retórica parlamentaria del siglo XIX, que de los intereses y necesidades de los nuevos habitantes del ciberespacio.

Lohengrin. 02/2007

jueves, 1 de febrero de 2007

LOS ESCRIBAS

Después de escribir varios libros que permanecen inéditos, aunque he dejado rastro de ellos en el ciberespacio, y que, probablemente, son un solo libro, un mero aprendizaje para acercarme a las técnicas de la escritura, hoy me siento capaz de ordenar quinientas palabras sin acudir a referencias meteorológicas, ni a dudosas metáforas lírico vegetales, que requieren de un estado de ánimo muy especial para ser formuladas o leídas, y es que, después de cinco días de inmersión en la vida rural, uno siente la necesidad de despojar la escritura de innecesarios adornos florales.

Los campeones de la síntesis literaria, de la economía del lenguaje, son, me parece a mi, los escritores publicitarios. Aunque, en ocasiones, utilizan textos clásicos para escenificar sus mínimas historias, lo que les caracteriza es la creatividad para construir, con un mínimo de medios, historias capaces de expresar, unas veces con claridad y concisión, otras veces usando elípticas metáforas, un mensaje inteligible y directo que alcanza, en pocos segundos, apoyándose en la imagen, un nivel de comunicación efectivo, que conecta con el segmento de público elegido previamente.

Luego están los escritores de guiones cinematográficos. Este género incluye diversas especies. Algunas ya extinguidas, como Dashiell Hammet y sus epígonos, construían unos diálogos ricos y complejos, con tal densidad literaria, que apenas cabían en las imágenes que debían subrayar. A veces las desbordaban, obligando a los actores a una velocidad de expresión que excedía de lo normal. En el otro extremo, los guionistas de la Nouvelle Vague, se limitaban a dar de vez en cuando una pincelada lingüística al silencio sonoro que acompañaba un cine en el que prevalecía la imagen sobre la palabra y que producía en algunos espectadores un cierto síndrome de incomodidad y angustia, muy semejante al que cualquiera puede percibir cuando se encuentra en un ascensor, rodeado de desconocidos, en el centro de un espeso silencio.

Entre esos dos extremos, los guionistas de las series de televisión utilizan un estilo coloquial para construir sus diálogos, en el que la comunicación y la cercanía con el espectador, junto con la inclusión de numerosos gags, buscan la eficacia comunicacional a través del lenguaje de la calle, específicamente diseñado para cada uno de los personajes, que se construyen intentando expresar réplicas o arquetipos fácilmente reconocibles.

Lo que caracteriza a la escritura de guiones y la distingue de otros géneros literarios es aquello que no forma parte de los textos escuchados, pero es una parte indispensable del propio guión. El guión cinematográfico, heredero del libreto teatral, contiene las necesarias acotaciones, indicaciones y referencias que permitan la realización de las escenas que lo integran, y la asociación de los textos con los personajes que los dicen.

En ese sentido, su escritura exige un conocimiento técnico específico, ausente en otras formas narrativas, a excepción del teatro.

Llevo años inmerso en el aprendizaje de la escritura. Confieso que esa dedicación me ha apartado de la lectura. En esta etapa he leído algo, si, pero no de manera cotidiana. Estos días me ha ayudado a dejar morir el tedio del aislamiento vacacional un libro curioso. Se trata de una traducción de “Mann aus Apulien”, una edición de 1.988 de Horst Stern,

de quien nada sabía antes de incorporar este ejemplar a mi equipaje, quien, con la excusa de contarnos las andanzas de Federico II, emperador del sacro imperio germánico durante la primera mitad del siglo trece, aprovecha para expresar sus dudas, ansiedades, preguntas y experiencias personales, que pone en boca de ese personaje histórico, lo que me ha hecho reflexionar sobre la moda meta literaria, presente en la narrativa actual.

En realidad, lo que antes expresaban los autores de siempre a través de sus personajes, ahora nos lo presenta el propio autor, en primera persona, mas allá de la historia y los personajes, aunque siguen siendo dudas, angustias, preguntas y experiencias personales, solo que, y esta es la única novedad, sin intermediarios literarios, con lo que se ha convertido en innovación lo que en realidad parece, simplemente, el abandono del pudor, sin que esta opinión califique de ningún modo ese fenómeno. Solo es una constatación. Naturalmente, todos somos libres de elegir ser mas o menos pudorosos.

Nuestro amigo Stern, en la época en que lo meta literario aún no estaba en boga, no se corta nada en atribuir al sacro emperador intimidades que, dado lo lejano de su reinado, son de dudosa atribución al personaje: “La salida de un cuerpo de mujer, una sensación de frío repentino causado por el sudor y la humedad de la concupiscencia, el abandono máximo del cuerpo ante otros ojos que los propios, un enojo en la vergüenza de poner orden en las ropas desarregladas, el paso de las palabras de amor a la conversación corriente para recuperar la dignidad..” .Sigue en la misma línea con su afortunada paráfrasis en forma de cultismo: “Deus ex vagina”. En fin, el libro está salpicado de monólogos, referencias y reflexiones cuyo origen se vislumbra claramente en la propia experiencia vital del autor, aunque sin caer en la trama tramposa de ese best seller que tanto ruido hizo al atribuir a uno de los apóstoles de la cena de Da Vinci la figura de María Magdalena, al que algunos catedráticos --meapilas?- se han visto en la obligación innecesaria de desmentir, pues hasta el mas tonto sabe que no ha sido escrito para ser tomado en serio.

Todo empezó con el éxito de Umberto Eco y su Nombre de la Rosa. Desde entonces, la novela histórica se ha convertido en un chollo para aquellos que, como alquimistas medievales, mezclan el rigor histórico con la ficción desaforada, para transmutar el plomo en oro.-- Debo confesar que yo mismo empecé una, aunque no la terminé.

Parece que lo he conseguido. He excedido las quinientas palabras sin recurrir a referencias meteorológicas ni metáforas florales. Es hora de cerrar el quiosco y preparar el Suquet de bacalao. Agur.

Lohengrin. 03/2005.

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