sábado, 29 de octubre de 2011

SÁBADO

No llueve. (Son las siete de la mañana).

Hoy no pensaba decir nada mas, pero me ha sucedido una cosa insólita que merece que abandone ese propósito para contarla, eso sí, con brevedad.
(...)

"He bajado al Maravillas. Apenas había en el bar cuatro clientes. Dos de ellos eran un hombre y una mujer, en trance de coger una buena tajada, de la que ya tenían pillada la mitad. Bebían cerveza --a las siete y media de la mañana-- en la acera, apoyados junto al alfeizar de la ventana del bar y la voz de la mujer sonaba con el tono gangoso característico de quien entrega su desgracia al consuelo del alcohol.

Estaba terminando el café con leche, cuando han entrado tres jóvenes provocadores al bar. Tony, que parecía conocerlos, apenas han entrado, ha dicho, voy a cerrar, y, ante mi asombro, se ha puesto la chaqueta y ha comenzado a echar el cierre, bajando persianas, mientras nos decía a los demás clientes, --Estos vienen a beber gratis y a armar bronca, así que voy a cerrar, no tengo ganas de líos.

Me encontraba junto a la puerta, mientras bajaba el cierre metálico automático, cuando el mas joven de los provocadores me ha tocado ligeramente el pecho con la mano, mientras me llamaba viejo. La voz que uso para canturrear zarzuela en las clases de teatro, mas potente que la mía habitual, ha dicho, en un tono que trataba, deliberadamente, de desmentir la apreciación de mi vejez, --No me toques, imbécil-- mientras le lanzaba una mirada al tipo, escogida entre las que empleo para detener vehículos en los pasos cebra.

El tipo se ha quedado mudo, ha abandonado su maniobra de intimidación y se ha centrado, junto a sus compañeros, en unos insultos genéricos --esta bar es una mierda, huele a mierda, vamos-- mientras abandonaban al lugar. Ahora que contemplo la escena desde fuera,
me parece un típico momento western, con el chulo, --yo-- los malos y todo eso aunque, afortunadamente, sin pistolas ni navajas.

Pensaba que el cierre del bar de Tony era una maniobra para alejar a los provocadores y que luego volvería a abrir, pero no, ha dicho que chapaba del todo porque alguien le ha advertido que esos tipos venían de otro bar donde han armado una buena bronca y hoy no estaba para líos, así que he pasado por el bar de los locos, de vuelta a casa, y he comprado el periódico en el quiosco anexo.

El titular gordo de la primera de 'Levante' me ha dejado de piedra, 'UN HOMBRE DE CASTELLAR MATA A CUATRO VECINOS Y HIERE A OTRO DE GRAVEDAD SIN MEDIAR PALABRA'. Sin comentarios.

Al cruzar la calle para volver a casa, una ligera llovizna, ya saben, blanda, dulce y suave como los labios de una mujer, ha acariciado mi piel, pero antes de alcanzar la acera ya había cesado.

Entonces he caído en la cuenta de que este ambiente de tormenta latente, esta atmósfera cargada de si llueve o no llueve, está exacerbando los impulsos violentos de los mas propensos a dejarlos aflorar, y que el verdadero peligro que nos anuncian por la situación climática no son los litros de lluvia que vayan a caer, sino la cantidad de tipos violentos, provocadores, asesinos, por kilómetro cuadrado, que hay entre nuestros cordiales vecinos a los que saludamos con un gesto educado, y cuya peligrosa conducta
parece estimulada por las bajas presiones y las masas nubosas que no acaban de descargar.

Total, que, al final, van a tener razón los avisadores, es mejor quedarse en casa y no pisar zonas conflictivas, hasta que escampe."

(Ahora que me doy cuenta, este relato verdadero responde de un modo fiel a la intuición que manifesté el otro día en la página 'Bares' del blog, al citar una imaginaria evacuación precipitada del Maravillas por razón de orden público. Inquietante, no?.)

En fin. Sábado.

(Después de escrita esta página, un nuevo titular precisa que han sido tres los muertos, y dos los heridos)

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 29-10-11.

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